Antonio Lao
El silencio de los pueblos
Entre los recuerdos que aprovisionan la evocación de la infancia, cada cual tiene reservados, en los anaqueles de la memoria, particulares remembranzas. El brazo de gitano es una de ellas, como dulce familiar elaborado de manera algo distinta a la actual, pues se trataba de galletas, que no de masa de bizcocho, bañadas ligeramente en moscatel, unidas con crema y cubiertas de un ligero merengue en la cilíndrica presentación de un dulce genuino. Su nombre parece tener distintas explicaciones, desde su origen egipciano, por probarlo un monje español, durante la Edad Media, en un monasterio de Egipto, de modo que del “brazo egipcio” derivó el “brazo gitano, hasta la más probable explicación debida al regalo que los pasteleros de Barcelona hacían a los caldereros gitanos, desde principios del siglo XIX, cuando estos ofrecían sus servicios de reparación o mantenimiento de las calderas, o de fabricación de utensilios para los pasteleros, y estos les daban los pasteles que sobraban del día, enrollados en una plancha de bizcocho para que fuera más fácil llevarlos. Los caldereros gitanos solían ponerlos debajo del brazo y por tal razón se dio el nombre de “brazo de gitano” a ese rebujado postre. Como también se asocia a las mangas de las blusas que llevaban las gitanas de la época, pues la fruta escarchada y el merengue del dulce podían parecerse a los atuendos de las mujeres gitanas y, por eso, el pastel se conoce también como “manga gitana”. Esta dulce evocación no debería resultar afectada por absurdas manifestaciones de la “catetez”, esa palurda forma de la idiotez, como la que ha prohibido los “conguitos” en un bar del Parlamento de Cataluña, toda vez que el característico y conocido motivo que figura en las bolsas de los cacahuetes bañados en chocolate, que ya hicieron las delicias de los niños de los sesenta, puede estigmatizar a la población negra, aunque no hubiera mejor forma de empatía que la de cantar aquello de “yo soy aquel negrito del África tropical” -negras, sin señalar, puede tener las cosas el Cola Cao-. La razón del estigma de los “conguitos” no parece debida tanto al nombre como al motivo representado en las bolsas. Razón por la que el “brazo de gitano” todavía está algo preservado de la sandez. Tampoco los chorlitos deben ser menospreciados, pero es que vienen al caso para nombrar a los tarambanas de los “conguitos” como cabezas de chorlito.
También te puede interesar