Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Tergiversaciones agrevivas
Balar, lo que se dice balar, no balamos. Por lo que se puede llegar a la conclusión que decir que nosotros somos unos borregos-borregos no tiene mucho recorrido. Los españoles no somos unos borregos, vamos a tenerlo claro. Otra cuestión es si en algún momento nos comportamos como ellos: los borregos. Y aquí nos podemos encontrar con algunas similitudes en algunas actuaciones políticas de los llamados humanos. No somos unos borregos, hay que estar de acuerdo con ello, pero a veces… el comportamiento de los ciudadanos españoles, estarán conmigo, pueden tener connotaciones con el comportamiento que entendemos es el de los propios borregos. Ojos algo cansados o muertos ante la vida, resignación ante lo que les ha tocado vivir.
Cualquier político nos puede engañar una vez. (Si solo fuera una). No se me adelante. La resignación ante la primera se puede entender. ¿La segunda? Con el segundo engaño, ya conocemos al personaje, pero lo volvemos a votar. Llega la tercera mentira, la cuarta, la quinta. Y el ciudadano que le sigue votando, puñetas con la resignación. ¿Qué piensa ese hombre que no es un borrego? Parece que en nada. Se ha debido resignar en plan…, por lo que le deben parecer bien esas mentiras, ese engaño que se ha convertido en algo generalizado en la política diaria de este país. Sabemos que el borrego no piensa, o por lo menos aún no nos lo ha demostrado la ciencia, por lo que lo puede estar engañando su dueño siempre que quiera. No es el caso del ser humano, se entiende que piensa ¿todos?, que tiene libre albedrio ¿todos?, que no se siente esclavo ¿todos? desde hace algunos años (quizás no muchos), y que sabe lo que quiere y vota. Y cuando lo hace a ese político que lo engaña y lo miente una y todas las veces que él necesita para mantenerse en el poder, ¿no se pregunta usted que es posible que esté teniendo, cuando menos, un comportamiento algo borreguil? No que sea un borrego, eso nunca, hemos llegado a la conclusión de que el hombre no lo es, que la mujer tampoco es una borrega, y que los que no se siente ni hombres ni mujeres no son borregues. Pero que reincidan una y otra vez en votar a los que les mienten, engañan, les toman el pelo, los ningunean, les sacan el dinero de sus bolsillos, se los gasten polvo blanco de Somontín y en frutas frescas, roban el dinero público, y encima dicen que no es de nadie, no es que nos haga ser unos borregos, nunca me atrevería a pensar en que así fuera, por Dios, pero no parece que pensemos demasiado a la hora de votar. Lo que diga el pastor.
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