Barcos de guerra contra cayucos

El balcón

07 de julio 2024 - 03:13

Como en Lawrence de Arabia, en la batalla política nacional no hay prisioneros. Ni tregua. Miguel Tellado ha abierto un nuevo frente con la inmigración: para defender nuestras fronteras pide desplegar buques de la Armada frente a los países africanos de donde parten los cayucos. Quizá no sepa que las migraciones no se acaban con externalización, criminalización y militarización de las fronteras. Aunque la tesis ha sido útil para la agitación política de la extrema derecha. Lo hizo Vox y ahora le sigue el Partido Popular. En paralelo, el jefe de Tellado pide la ayuda de la UE ante la afluencia de migrantes, de la que culpa al Gobierno.

La política de inmigración y asilo no es competencia de la Unión, sino de los estados miembros. Feijóo ha insinuado que hay que adoptar medidas como las que han puesto en marcha países con resultados exitosos. Quizá se refiera a la deportación a Albania que practica Italia, o la extradición a Ruanda establecida por los conservadores británicos eliminada por Starmer. El origen de este pulso entre PP y PSOE es el acuerdo que negocian el Gobierno de la nación y el de Canarias para una reforma de la ley de Extranjería que obligue al reparto de menores no acompañados entre las distintas comunidades autónomas. Hay presidentes populares que se oponen.

Es interesante que el PP concierte a las regiones en las que gobierna para una EvAU común. Serían deseables consensos del club popular en la distribución equitativa de menores inmigrantes no acompañados, sobre la que el miércoles hay una reunión, o la financiación autonómica. Y, por qué no, que acuerden un reparto nacional de los fondos de la PAC: la Junta se queja de la escasa cuota andaluza, mientras que al resto de las comunidades regidas por el PP les parece excesiva.

Del lado del Gobierno tampoco hay coherencia. El ministro del Interior presume de acuerdos con países de origen o tránsito de inmigración irregular. Cuando se le pregunta por la matanza de decenas de personas por la Gendarmería marroquí en la valla de Melilla hace dos años, la respuesta de Marlasca es que Marruecos es un socio leal y fiable en materia de seguridad. De los conceptos de estabilidad, seguridad y democracia, el último es el que más se olvida en estas transacciones.

Europa no encuentra una fórmula de control migratorio inspirada en sus valores de solidaridad, cooperación, libre circulación y derechos humanos. Y la explosión demográfica de África es imparable: durante este siglo triplicará su población y la diferencia de renta con la UE es abismal. En sus 50 países no hay democracia homologable en Europa. Si se coopera con regímenes autoritarios cleptócratas, buscando estabilidad antes que democracia y derechos humanos, no será posible su desarrollo y evitar un éxodo masivo. No son barcos de guerra lo que falta.

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