Luces y Razones
Antonio Montero Alcaide
Navidad
16:00.en un bar con una pantalla donde sólo ponen vídeos clásicos de rock, tomamos café, esperando yo para una cita para hacer unas fotos para uno de mis trabajos profesionales y ella para acompañarme y de paso hacer compras por el centro. En la pantalla ponen un concierto de los Rolling Stones, ya en su etapa anciana, menos Jagger, eterno adolescente con cuerpo de sílfide que denota horas y horas de gimnasio y dieta. Dicen que cuando fue a una cena tal pidió una hoja de lechuga y se quedó tan pancho. Ve tu a una cena y pide sólo una hoja de lechuga a ver qué pasa. Enseguida se te abalanzaran los comensales diciendo “pero vas a comer sólo eso”, extendiéndose el horror social en la mesa, un pánico buñuelesco que cae como una bomba en el centro de la mesa, pero claro, tú no eres Mick Jagger. Mick Jagger pide eso y todos aplauden, pero cómo se cuida, qué estilo, qué pose. Pero en el concierto creo que está tocando otro Mick, Taylor, pero no en su antaño, sino recordando viejos tiempos. Y está gordo, claro, no siguió el ritmo stoniano, el bro. En el bar no hay rockeros al uso sino perennes piezas de bar, solemnes y sórdidas, de cervezas y copa de amanecer de tarde. Un señor taciturno sin ninguna pinta de rockero bebe su cerveza con barba de algunos días y mira al horizonte, el horizonte de la barra del bar. El resto vienen a su hora, se conocen, braman casi gritando sus rutinas unos a otros, fútbol, barrigas, canas, calvas, gafas, coñac, whisky, el barman vocifera portando una botella a medio beber, de algún licor de alta graduación, que tiene el nombre escrito del Gran Calavera que volverá a terminarlo en su mundo pequeño de todos los días de bar, siempre la mesa que mira a la pantalla está vacía. Ahora ponen un vídeo de Iggy Pop, de los noventa, creo. No sabemos si Iggy va al gimnasio, pero lo prefiero a Jagger, sigue teniendo esa cara de salvaje que no vende nada de lo que la gente compra, sólo los que quieren estar y no ser. Actúa en grandes escenarios pero sigue siendo Iggy en el escenario y fuera de él. Viejos clientes, gente tranquila tomando sus cafés en las terrazas, todos, los de dentro y los de fuera ajenos al rock que decora primariamente sus paredes, el café con leche condensada, Lou Reed cantando Dirty Bulevard, sucio bulevar, inhóspito bar, ajadas aceras, sillas metálicas en medio del frío, bufandas tardías, abrigos lentos, nos tenemos que ir 16:30.
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