
Una raya en el mar
Ignacio Ortega
Métrica y ortografía
La Guardia Civil va a tener un déficit de munición por culpa de Yolanda y Maillo, que han convencido a Sánchez de anular la compra de quince millones de balas. Bueno, convencido es un eufemismo, la realidad es que le han dicho que o anulaba la compra o se cargaban el gobierno de coalición.
Con lo que le daban por toda la vena del gusto a Feijóo, que está ya cansado de esperar que caiga Perrosanxe.
Pero vayamos al problema de fondo, para lo que proponemos –como es nuestra arraigada y altruista costumbre- algunas soluciones. La primera no es mérito nuestro, porque ya la inventó Emilio el Moro (el magrebí, se diría hoy) en la letra de un fandango: “Tengo catorce balas / y vienen quince pieles rojas / p’a salvar la cabellera / tengo que hacer carambola / y que no quede ni uno siquiera”.
La segunda solución, que en realidad son dos, nos vienen sugeridas por el genial Gila: o amarrar una cuerda a las balas para poder recuperarlas (se supone que sólo las que no hacían blanco) y hacer los cañones sin agujero.
Eso sí, esta segunda solución implicaría tener que cambiar la definición de cañón que aprendimos en la mili: “Un cañón es un agujero hueco interiormente por dentro, con dos orificios en los extremos que se comunican entre sí”.
Cuarta solución, esta sí absolutamente de cosecha propia: que la Benemérita se deje de moderneces y vuelva a su original y tradicional subfusil Naranjero, que usaba munición de fabricación nacional
Alguna caja quedará en la reserva de los arsenales patrios. De paso, evitamos la importación de productos extranjeros (redundancia aposta) porque, tal como está el patio, hay que reducir el pago de aranceles, sean o no recíprocos.
Este aspecto, que no es baladí, nos produce perplejidad: ¿por qué le molesta al PP que se ahorren compras exteriores? Y además, ¿por qué tanto apoyo a Israel al que la mayoría del mundo civilizado está pidiendo que pare el genocidio de Gaza?
Las declaraciones de Feijóo estos últimos días parecen un tanto erráticas, no solo las comentadas sobre Israel, sino que también nos ha chocado mucho que el mayor mérito que le ha atribuido al papa Francisco es que hablara español. Siendo como era argentino, el mérito es que hablaba un puñado de idiomas. Y no como otros dirigentes.
Cabe preguntarse quién le prepara los discursos a don Alberto Núñez: alguien le está haciendo la cama.
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