
A Vuelapluma
Ignacio Flores
Un buen kit de supervivencia
OPINIÓN | Luces y razones
Almería/Estar bajo techo es una manera de protegerse de los contratiempos de la intemperie, se presenten bajo la forma de lluvia o tengan otra naturaleza bastante más desfavorable, pues estar a cielo descubierto no ha de tenerse como una circunstancia afortunada o complaciente. Los feriantes reunidos en cercana compañía, debajo de un remolque, han de estar acostumbrados a la desigualdad del tiempo en sus itinerantes trajines de feria en feria, pero contemplarlos así, en ese improvisado cobijo cuando la lluvia interrumpe el montaje de la atracción, lleva a las bondades de saberse, y de sentirse, a cubierto, con resguardo, defensa y protección. Pensadas las cosas despacio, las más primitivas formas de civilización se conformaron en el aposento de las cuevas y las chozas, con armoniosa y placentera compañía. Si bien esta última circunstancia era -y no ha dejado de serlo- cambiante, pues convivir resulta bastante más complicado que coexistir. Bajo techo, además, cabe la reserva, que salvaguarda la intimidad, y el amparo del cobijo, aunque solo se trate de un refugio cuando no se cuente con una morada donde afincar los días a salvo de la desgracia. A cubierto, siquiera sea debajo de un remolque, esos feriantes parecen protegidos por una complicidad doméstica, casi natural, que se hace manifiesta por la ancestral inclinación a protegerse y acompañarse.
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