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Gafas de cerca
Tacho Rufino
Serendipia y mollas
Dispersión, diáspora, exilio son palabras asociadas con mucha frecuencia con los judíos. Nabucodonosor o Adriano son personajes unidos a expulsiones de los israelitas. Fueron expulsiones precedidas por la destrucción de Jerusalén, del Templo y de sus murallas. Todo reducido a cenizas, todo convertido en ruinas. Son acontecimientos históricos debidamente documentados. Así lo aprendíamos cuando, hace muchos años, se estudiaba Historia Sagrada en nuestros colegios. Y nos parecía de una gran crueldad. Tratar así a todo un pueblo, echarlo de donde tienen sus raíces no tenía perdón. Claro que este no parece ser un sentimiento universalmente compartido. Hay otros hechos no muy lejanos que han sido paralelos, que han consistido en echar de su tierra a quienes habitaban en ella y ocupar su lugar. Muy cerca está todavía la resolución de las Naciones Unidas de 1948 que resolvió partir un territorio donde vivían unas personas, echarlas, y dar una parte a otras personas venidas desde fuera. Y es peor todavía el que estamos a punto de vivir. Hay un presidente que, al parecer, se siente como un Nabucodonosor o un Adriano y propone, desde la lejanía y con el concurso entusiasta de Netanyahu, LIMPIAR (clean out) Gaza. Y esa dura expresión quiere dar a entender que en Gaza hay poco menos que desechos y que el mejor procedimiento para volverla esplendorosa, y quizá una nueva potencia turística, es expulsar a los palestinos que tienen allí su vida. Echarlos a países limítrofes, Egipto y Jordania, sin tener en cuenta la voluntad de esas personas que tienen pleno derecho a seguir viviendo en su país, o la voluntad de esos países de recibirlos. Es la culminación de la dura represión militar que han estado viviendo durante quince meses y que ahora, aunque no sé con qué procedimiento, los obligarían a abandonar sus tierras. Lo quieran o no lo quieran. No es que desplacen en el interior de la Franja de Gaza como ante las ofensivas militares: es marcharse de una vez por todas en una nueva diáspora. Cualquiera que haya podido ver la larga marcha de los gazatíes por regresar al norte de Gaza; la ilusión y la esperanza con la que vuelven para reconstruir, sus vidas puede darse cuenta de la salvajada que encierra esa propuesta y la resistencia que opondrán y que posiblemente cueste todavía más vidas. ¿Seguirá callada la comunidad internacional ante este desafuero?
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