Azúcar y sal

12 de septiembre 2024 - 03:09

Vivir con dignidad requiere pensar y sentir. Que palpiten en nosotros amor y argumentos. La naturaleza humana exige límites. Educación, cultura y justicia. Agua, alimento, naturaleza y hogar. Ética y moral. Humanización y civilización. Individuos y sociedad civil responsables de poner límites al poder y combatir la corrupción. Exigirnos representantes políticos capaces. La masa y el colectivismo han demostrado a lo largo de la historia que conducen directamente al totalitarismo. Con Aristóteles aprendemos que “Sólo una mente educada puede entender un pensamiento diferente al suyo sin necesidad de aceptarlo.” También a ser capaces de no someternos al servilismo siendo conscientes de que todos los tiranos emplean la violencia para imponer sus dictaduras. Subsistir es un sucedáneo de vivir. Ahogarnos forzados a inhalar un aire viciado por el terror y la propaganda que emplean los autócratas. Por eso necesitamos la duda razonable tanto como respirar aire limpio y renovado. Porque la vida cotidiana nos enseña que en algún momento el azúcar puede parecer sal. Y la sal puede parecer azúcar. A primera vista su aspecto es idéntico. La experiencia y el conocimiento nos permiten distinguirlas. Aprender lo diferentes que son por su aroma, sabor, propiedades y utilidades. La brutal crisis de civilización que vivimos presenta una patología letal. El aniquilamiento de la duda razonable. Imponer el dogma ideológico. Convertir el conocimiento en algo inútil como nos advirtió el filósofo y periodista Jean Fraçois Revel en 1989 en su obra homónima (1924-2006, Francia) “Un grupo humano se transforma en multitud manipulable cuando se vuelve sensible al carisma y no a la competencia, a la imagen y no a la idea, a la afirmación y no a la prueba, a la repetición y no a la argumentación, a la sugestión y no al razonamiento.” Evidencia de ello es atacar, asediar y manipular el conocimiento de la historia. El gran historiador británico Eric Hobsbawm (1917, Alejandría, Egipto- 2012, Londres) escribió: “Hoy la historia es más que nunca revisada o incluso inventada por personas que no desean conocer el verdadero pasado sino solamente un pasado que esté de acuerdo con sus intereses. Nuestra época es la época de la gran mitología histórica. Actualmente con enorme frecuencia se encuentran lecturas interesadas del pasado, para argumentar decisiones del presente.” Pensar. Vivir.

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