Ayuso, Sánchez y el cemento

El‘cementismo facial’ de Pedro I El Falso ha alcanzado una fase hasta ahora desconocida, una dimensión hasta ahora inexplorada. Don ‘Número 1’ ha decidido que puede colar, y efectivamente cuela en los ambientes periodísticos y ‘forofísticos’ más desprovistos de la más básica inteligencia y análisis crítico, el que una dirigente política tenga responsabilidad alguna en los actos que su actual pareja llevase a cabo cuando aún ni siquiera se conocían.Y lo ha afirmado cuando él es el nexo común, el único punto de coincidencia de situaciones que hasta ahora no se habían producido jamás en nuestro país, como el hecho de que la esposa y el hermano del presidente del Gobierno y el fiscal general del Estado estén imputados por presuntos delitos. Todo ello, además, junto a otras circunstancias que, si bien sí habían acontecido en otros momentos de nuestra historia, nunca antes al mismo tiempo que se daban éstas que acabo de enumerar, como por ejemplo que el hombre fuerte de su partido esté al borde de la imputación, que haya investigaciones judiciales centradas en su partido relativas a malversaciones, prostitución, consumo de drogas e incluso cobijo a terroristas internacionales y tráfico de barras de oro. Es increíble que un ser humano pueda alcanzar el grado de desvergüenza necesario como para tratar de querer convencer de que una rival política es responsable de los comportamientos de su pareja cuando aún no la conocía, mientras que no responde de este cúmulo de circunstancias que lo señalan directamente como el nexo común entre todos los sospechosos o directamente acusados de corruptelas y presuntas corruptelas, desde Koldo García a Tito Berni, desde Begoña Gómez hasta David Sánchez Pérez Castejón, desde José Luis Ábalos a Delcy Rodríguez, desde Javier Hidalgo hasta Víctor de Aldama. Y lo peor, como decía, no es que haya una mente suficientemente trastornada como para tratar de convencer a nadie de tales disparates, sino que haya gente, y no poca, desde medios de comunicación a votantes ‘hooligans’, unos por la desvergüenza de dejarse comprar y otros por puro enanismo intelectual, capaces de compartir la idea de que Isabel Díaz Ayuso tiene algo que explicar sobre lo que su actual pareja hacía cuando ni siquiera nadie les había presentado; capaces de asumir la mercancía averiada de que la presidente de la Comunidad de Madrid se ha beneficiado de un delito por el hecho de vivir en un piso de su actual pareja, ahora que éste está investigado por Hacienda; y sobre todo, capaces de repetir hasta la extenuación la mentira, la trola repugnante y vomitiva de que la pareja de Ayuso es un delincuente, cuando ni tan siquiera ha sido juzgado. No sé qué es peor, si tratar de colarnos este infantil cúmulo de mentiras, o hacerlo mientras uno está hasta el cuello de porquería y de casos del más vil choriceo.