A Vuelapluma
Ignacio Flores
No son las emociones, son las deudas
Tras las labores de supervivencia, como la caza o labranza el oficio de conseguidor que alcahuetee querencias ajenas acaso sea, junto con la prostitución -tan afines entre sí- uno de los más añejos de la humanidad. Y la impresión es que uno y otra, viven un progreso mayúsculo en esta cultura del carpe diem tanto en variedad como en sofisticación de ofertas, revestidas en pura técnica “lobby”, voz que alude al vestíbulo de los hoteles donde, hace siglos, se solazaban los congresistas americanos y eran abordados por los avispados mercantes capitalinos para negociar apoyo a sus intereses privados. Una gestión que en el orbe anglosajón se profesionalizó para registrar agentes, fines y financiaciones que mediaran en cada caso por aquello de controlar el desmadre; aunque en el ámbito latino las mismas prácticas se mantuvieron entre pasillos y los favores políticos logrados seguían siendo cosa más de confesionario que de libro registro alguno. Con la modernidad esa intermediación, con sus comisiones remuneratorias, se ha ido reinventando en todos los ámbitos sociales. Y si uno quiere ahorrarse colas ante la Administracion o la taquilla de algún festejo, o quiere cenar con algún famosillo, pues nada, paga unos eurillos de peaje y siempre hay quien se lo ponga en bandeja, sin esperas. A nivel político la oferta de favores sigue creciendo imparable, así que también Bruselas se auto impuso el sistema anglo de control de los lobbies, y se habilitaron registros donde hoy constan miles de consultoras inscritas, a disposición de quien les pague, para defender cualquier proyecto ante la burocracia más exigente con un coste acorde al nivel de dificultad y éxito, como es lógico. Una tarea que despierta especial interés entre políticos en paro o en modo pluriempleo, curtidos en la gestión de la cosa pública que fichan por asesorías de postín y transitan sin cesar por las llamadas “puertas giratorias”, que comunican la gestión privada con las funciones legislativa o ejecutiva de turno. Es creíble que cubran una operativa consustancial a la complejidad del sistema y, mientras sean transparentes, son legales. Pero justo por esto, esas otras operativas confusas, ya sean del chofer de un ministro, ya de amigotes o de cónyuges de políticos con mando en plaza que gestionan, con selecta eficacia, suculentos auxilios o subsidios a cargo de caudales públicos, no es que puedan, es que deben ser investigadas. Siempre.
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