
Luces y Razones
Antonio Montero Alcaide
Navidad
La campañas publicitarias de superioridad moral, como ser vivo que soy y humano que me representa, me seducen, me conmueven y me agitan, qui pro quo, ad hoc, mis más íntimas estancias morales. Debo reconocer que es un momento social, lúdico, moral y ético al que suelo ir de compras, como un penitente lo hace religiosamente al compás de una procesión, para ver con qué me sorprenden esta y así poder llevarlo como ese zapata nuevo que siempre quisistes tener. Con respeto y devoción, eso sí, como se espera del buen esclavo. Perdón, quise decir, ciudadano.
En eso se reducen las ideologías que, a falta de principios y valores morales -los primeros que no los cumplen son los que más hablan de ello. Si no es asï; pregunten a un tal Errejón u otras tantos o tantas que han sido blanqueados, por el mero hecho de estar bendecidos por la luz. Nos atiborran con sus dogmas y con sus líneas de no retorno en un intento de anular la capacidad crítica del votante y de justificar sus actos injutificables.
A ese nutrido grupo de señores, como bien apuntaba en una de sus exquisitas disertaciones el escritor e intelectual Pablo Torres se les unen otro de similares características y mismos andares que pululan por el entramado circense y que crepita sobre nuestras sienes: los escépticos. Estrato social definido en una estructura humana cuyo oficio no es otro que dudar del conocimiento o la experiencia, sean estos hechos, opiniones o creencias declaradas como actos, o de dudas respecto de afirmaciones que son tomadas por supuestos en otras partes, de otras partes de otras partes, como no podía ser de otra manera. Lo importante es vestir bufanda en verano, pipa y monóculo, a lo sumo. Sobre animal ecuestre, aparte, se valorará, si se cabalga. O como bien decía, mi compañero escritor y filósofo, Antonio Guerrero Ruiz, se podría crear un partido a sabiendas de que surgirán escépticos de segunda y tercera generación que pedirán un nuevo partido, u nuevo orden. Para ese entonces ya no habrá paz en la tierra para los hombres de buena voluntad, amén de las aseveraciones de, cómo no, Nietzsche hacía sobre la filosofía y la cerveza. En definitiva, estimado lector, nos hacen ser de ideologías, no vaya a ser que cuando gobiernen les pidamos responsabilidades por la gestión y las consecuencias de un mal gobierno.
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