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En la compleja red de alianzas y enemistades de la Guerra Fría, uno de los incidentes menos conocidos, pero altamente significativo para las relaciones internacionales de la época fue el ataque al buque mercante español “Sierra Aránzazu” en 1964. Este episodio, ocurrido durante la década de los sesenta, revela las tensiones entre España y Estados Unidos, a pesar de su alianza, y pone de manifiesto como durante el régimen Franquista España puso por delante de su ideología y alianzas internacionales sus lazos culturales y de sangre, en este caso con el pueblo cubano.
A principios de los años sesenta, España, gobernada por Francisco Franco, mantenía una política exterior que reflejaba las complejidades del franquismo, firmemente alineado con el bloque occidental liderado por Estados Unidos, pero con cierta autonomía en sus decisiones internacionales. Una de esas decisiones fue mantener relaciones comerciales con Cuba, a pesar del embargo económico y el bloqueo naval impuesto por Washington después de la Revolución cubana de 1959. Esta decisión contravenía la postura de EE.UU., que buscaba aislar a la Cuba de Fidel Castro.
El 13 de septiembre de 1964, el buque mercante “Sierra Aránzazu”, propiedad de la Naviera Marítima del Norte, zarpó de España con destino a La Habana. El barco transportaba un cargamento de 1.098 toneladas de alimentos, herramientas agrícolas, tejidos y juguetes, destinados a la población cubana. Durante su trayecto, el barco hizo escalas en los puertos de Cádiz, Alicante y Algeciras, antes de adentrarse en el Atlántico rumbo a Cuba.
Sin embargo, el viaje del “Sierra Aránzazu” se vio interrumpido trágicamente en aguas internacionales, cuando fue atacado por dos lanchas rápidas que se aproximaron a ambos lados del barco. Estas embarcaciones, armadas con ametralladoras y cañones, abrieron fuego sin previo aviso, causando la muerte de tres marinos españoles: el capitán y dos oficiales, además de dejar seis heridos entre la tripulación. El ataque fue brutal y repentino, convirtiendo al “Sierra Aránzazu” en el blanco de una operación militar encubierta que, según informes posteriores, estuvo orquestada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
La versión oficial ofrecida por las autoridades estadounidenses fue que el ataque había sido un error, y que el objetivo real era otro barco, el “Sierra Maestra”, un buque cubano de mayor tamaño que operaba en la misma zona. Sin embargo, las diferencias en el tonelaje y características entre ambos barcos hacían que esta explicación fuera poco creíble. El “Sierra Maestra” era significativamente más grande que el “Sierra Aránzazu”, lo que hizo que muchos consideraran la explicación como un intento de encubrir una operación claramente dirigida a parar la ayuda de España a Cuba.
El ataque al “Sierra Aránzazu” representó un punto álgido en las tensas relaciones entre España y Estados Unidos. A pesar de la alianza estratégica entre ambos países, cimentada por la necesidad española de apoyo económico y militar para reconstruir el país tras la Guerra Civil y asegurar la estabilidad del régimen franquista tras la II GM, este acto de agresión puso en evidencia las grietas en esa relación. Para el gobierno español, el ataque fue percibido como una violación de la soberanía nacional y un desafío directo a su autonomía en política exterior.
La reacción de las autoridades españolas fue de profunda indignación. El régimen de Franco, que en gran parte había sobrevivido gracias a su alineación con el bloque occidental, se encontraba en una posición diplomática incómoda. Por un lado, dependía de la ayuda de EE.UU. para mantener su régimen, pero por otro, no podía ignorar un ataque directo a un barco español en ayuda a sus hermanos cubanos. La respuesta oficial fue cautelosa, equilibrando la necesidad de mantener las relaciones con Washington y la obligación de defender la dignidad nacional.
En España, la prensa se hizo eco del incidente con una mezcla de condena y moderación. Se denunció el ataque como un acto de piratería internacional, pero se evitó una confrontación directa con EE.UU. No obstante, en Cuba, el ataque fue presentado como una clara demostración de la hostilidad estadounidense hacia la isla y sus aliados. El periódico “Granma”, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, describió el ataque con detalles, subrayando la brutalidad de este y responsabilizando directamente a la CIA.
El ataque al “Sierra Aránzazu” también tuvo repercusiones en la relación entre España y Cuba. A pesar de las diferencias ideológicas entre el régimen franquista y el gobierno comunista de Fidel Castro, ambos países compartían un interés común en mantener sus lazos comerciales. Este interés se vio reforzado tras el ataque, ya que ambos gobiernos lo utilizaron para consolidar su alianza económica, desafiando las sanciones impuestas por Washington. España, bajo el liderazgo de Franco, continuó enviando suministros a Cuba, manteniendo un comercio que, aunque limitado, era vital para la isla en un contexto de creciente aislamiento internacional.
El “Sierra Aránzazu” finalmente completó su viaje a La Habana tras las reparaciones necesarias, pero el incidente dejó una marca indeleble en las relaciones internacionales de la época. El ataque fue un recordatorio de los peligros inherentes a la política de la Guerra Fría, donde las operaciones encubiertas y las agresiones indirectas eran moneda común. También subrayó la fragilidad de las alianzas en un mundo dividido por la ideología, donde incluso los países aliados podían encontrarse en situaciones de conflicto debido a intereses divergentes.
Hoy en día, el ataque al “Sierra Aránzazu” es un episodio poco conocido, pero significativo, de la historia de la España del franquismo. Ilustra cómo la España alineada con los EE.UU. mantuvo sus lazos de sangre con Cuba, a pesar de las diferencias ideológicas y desafiando los dictados de sus aliados.
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