Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Tergiversaciones agrevivas
El ser humano se caracteriza, o debiera, por la importancia que tiene para sí el aprendizaje. Comenzamos a adquirir conocimientos desde muy pequeños y, del mismo modo, incorporamos habilidades que facilitan nuestro mundano tránsito. Sin embargo, hay una herramienta en cuyo manejo rara vez se nos instruye. El arte de desaprender es el gran olvidado. Y es que desaprender no significa olvidar o deshacerse de todo lo aprendido sino revisar con frecuencia aquellos patrones y creencias que ya no nos sirven y limitan nuestra perspectiva. A lo largo de nuestras vidas, adquirimos creencias sobre nosotros y el mundo que nos rodea. Estos conceptos se construyen a partir de experiencias, la educación recibida, las influencias culturales y las expectativas sociales. Muchas de esas creencias pueden resultar útiles en determinados momentos, pero, con el tiempo, algunas de ellas se convierten en un lastre que ya no refleja nuestra realidad actual ni están alineadas con nuestra auténtica naturaleza. Desaprender implica tomar conciencia de estos patrones limitantes, desafiarlos y deconstruirlos para erigir nuevos posicionamientos vitales.
Un ejemplo común de creencia limitante que merece ser revisada es el miedo al fracaso. Muchas personas han crecido con la idea de que fallar es sinónimo de debilidad o incompetencia. Este tipo de mentalidad impide, en ocasiones, que asumamos riesgos y exploremos nuevas oportunidades. Desaprender esta creencia es clave para abrirnos al aprendizaje continuo y aceptar que el fracaso es una etapa natural del proceso de vivir.
Otro ámbito en el que el desaprendizaje resulta fundamental es en nuestras relaciones interpersonales. A menudo llevamos a cuestas prejuicios sobre otras personas, ya sea por diferencias culturales, de género o de clase social. Para construir relaciones significativas necesitamos desaprender estos sesgos y estar dispuestos a ver más allá de la etiqueta que hemos asignado a quien tenemos delante.
Vemos, entonces, que desaprender es, en sí mismo, un acto de crecimiento personal. Constituye un proceso que, aunque desafiante, nos invita a adoptar una mentalidad más libre en la que el cambio y la transformación son bienvenidos. Desaprender es un camino más hacia la autenticidad, un recordatorio de que el crecimiento no siempre consiste en acumular más conocimientos, sino también dejar ir lo que ya no nos sirve para dejar espacio a lo nuevo.
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