La Tapia con sifón
Antonio Zapata
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He tenido mis dudas a la hora de tratar el tema que voy plantear en esta columna, porque se trata de un asunto que tiene sus pros y sus contras y parto de la base de que habrá muchos ciudadanos que estarán en contra. Si algo tenemos que valorar los almerienses son los árboles que dan sombra en nuestras calles. Soy el primero que veo zonas libres donde se deberían de plantar árboles y crear zonas ajardinadas. Cada vez que paso cerca del espacio que hay entre el auditorio Maestro Padilla y el parque de las Familias, pienso lo bien que quedaría si el ayuntamiento decidiera convertirlo en un gran parque conservando alguna pista deportiva. Es una zona donde los terrenos se han revalorizado y corre el riesgo de que algún día corra la misma suerte que los terrenos donde estaba la Térmica. Y cuando paso por el parque Nicolás Salmerón, pienso que un parque histórico con árboles centenarios merecía ser cuidado con esmero y sin embargo muestra señales de abandono. Dicho esto, se puede dar el caso de que haya algunos árboles que, por alguna razón, no deberían de estar donde fueron plantados en su día. Yo conocí el Cable Inglés como cargadero del Mineral procedente de las minas de Alquife. Cuando dejó de prestar servicio, empezó su deterioro y para algunos almerienses con predicamento en los medios de comunicación, era un estorbo que debería ser destruido, según manifestaban en artículos periodísticos y debates radiofónicos. Aunque hubo otras voces que defendieron su valor histórico y su importancia como paradigma de la arquitectura industrial, su permanencia era dudosa y no se le prestaba la menor atención. Cuando se urbanizó el solar de las Almadrabillas, el Cable Inglés era poco menos que un artefacto inútil y se plantaron árboles en su entorno sin tener en cuenta su presencia. Con el tiempo ganaron la batalla sus defensores y la Junta de Andalucía, gobernando el PSOE, lo declaró Bien de Interés Cultural en 1998. Con su restauración se ha convertido en uno de los principales monumentos de la ciudad. Una obra maestra de la arquitectura del hiero de inicios del siglo XX, con las técnicas de la escuela eiffeliana, que fue inaugurada por el rey Alfonso XIII en 1904. Los árboles que lo rodean impiden la visión de la parte que está en el pavimento. Quitarlos podría ocasionar algunas protestas, pero tengo la certeza que, si no estuviesen allí, a nadie se le ocurriría plantar árboles que tapasen un monumento como Cable Inglés.
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