Apagón y agujero negro

Un agujero negro es, en sentido estricto, una región astronómica del espacio donde la fuerza de la gravedad resulta tan mayúscula que difícilmente puede escapar ninguna materia o radiación que acabe dentro. Un sumidero sideral, así, que debe tragarse hasta el polvo cósmico. Cuidado con las metáforas y no se confunda esto último con una despampanante práctica sexual, ya que se trata de la nada libidinosa, pero sí descomunal, absorción del señalado agujero, capaz de tragarse hasta las menudencias galácticas. Otra vez la metáfora: el asimilado plancton de estrellas engullido por la figuradas fauces de una ballena. En la red eléctrica española, el lunes pasado se produjo la colosal desaparición -como por un agujero negro- del suministro eléctrico equivalente al sesenta por ciento del consumo nacional, en tan solo cinco segundos. Extendida es la pregunta, entonces, sobre las causas de tan desmedido apagón. Las demoras en la información y su insuficiencia y falta de certeza no explican ni permiten atribuir responsabilidades. Y de los iniciales contactos con la OTAN, necesarios al poder tratarse de ataques cibernéticos, se pasa al señalamiento de los operadores privados y a la gestión de las energías renovables en una combinación -aunque se utilice “mix”- y respaldo mal administrados. Las horas del apagón transcurrieron, así, de la revisión de los “plomillos” de casa a la presunción de un corte en el suministro local, hasta que las radios de pilas -deben formar parte del kit de supervivencia- dieron las primeras noticias de la magnitud de la incidencia. Pronto comenzaron las compras acaparadoras en los supermercados y de infiernillos con bombonas de gas. Hasta que la distorsión de la realidad -aliada y resultado, a la vez, de las noticias falsas y de los bulos conspirativos y tremebundos- ideó explicaciones, interpretaciones y vaticinios tenebrosos. Sin embargo, la ciudadanía -término tan general como socorrido- reaccionó con ánimo templado, quizás porque el desconcierto no se extendió mucho tiempo y en la noche la iluminación comenzó a restablecerse. Así las cosas, el tenebrismo del porvenir se transformó en la añoranza del pasado, sentados en torno a la mesa y la radio familias y compañeros para elucubrar sobre las explicaciones no dadas y jugar con las inventadas. Aunque se siguen esperando certezas no alteradas por las componendas políticas y hasta por el sectarismo energético -energías buenas y malas-.

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