Antonio Lao
El silencio de los pueblos
La RAE define las ventas como casas establecidas en los caminos, para hospedaje de los pasajeros. Esta definición se queda un poco pobre y es inexacta. Las ventas fueron casonas construidas en los cruces de caminos o simplemente en los caminos, donde el viajero pasaba la noche, sintiéndose seguro y protegidos sus enseres personales, así como sus mercancías cuando se trataba de carreros o arrieros que transportaban cereales, vino, aceite, paños, quincallería y todo aquello donde pudiesen ganarse unos maravedíes. Pero también paraban en las ventas los señores y damas de alta alcurnia acompañados de sus criados y lacayos que viajaban en carrozas así como sus escoltas. En sus comedores podían degustar carne de corzo o de conejo guisadas con nabos, cebolla y zanahorias, antes de llegar de América el comodín de los fogones, es decir la patata. Otros saciaban su hambre solamente con una hogaza de pan y un trozo de queso, pero en ninguna mesa faltaba una buena jarra de vino, todo ello dependiendo del contenido de su bolsa. También las ventas disponían de un gran patio donde entraban los carros y carrozas, así como de una gran cuadra que albergaba a caballos, mulos y jumentos y un gran pajar donde dormían los menos pudientes. Hoy día cuando viajamos, nos olvidamos deliberadamente de la logística (comida, bebida y carburante) porque sabemos que en cualquier área de servicio vamos a encontrar como mínimo un bar restaurante, combustible, aire para las ruedas y hasta una tienda donde encontrar de casi todo, incluso un pequeño regalito para su sobrino, porque a última hora se le olvidó comprarlo; pero claro, esto no ha sido siempre así, pronto hemos olvidado lo que fueron las ventas y las posadas y el servicio que prestaron durante siglos a los viajeros; afortunadamente al leer el Quijote, Cervantes nos las recuerda con bastante frecuencia y detalles. La diferencia entre las posadas y las ventas está en que las primeras estaban en los pueblos y las ventas estaban en los caminos. Por eso las ventas estaban íntimamente ligadas a las vías de comunicación y su origen hay que buscarlo en tiempo de los romanos, que construyeron la impresionante red de calzadas que unían a Roma con todas las ciudades importantes del Imperio. De ahí viene el dicho de que todos los caminos conducen a Roma; es decir era el kilómetro cero del mundo conocido y civilizado, e hicieron tan bien las calzadas, que algunos tramos aún se conservan en bastante buen estado. Tampoco a esas calzadas les faltaron los miliarios (monolitos de piedra de más de dos metros de altura indicando las millas) que colocaban cada mil pasos. Quiero aclarar que un paso romano es el espacio que recorre una persona al mover los dos pies. Junto a las calzadas los romanos construyeron "mansiones" logísticas cada 25 o 30 kilómetros para que sus legiones al desplazarse tuvieran un sitio donde cobijarse, descansar y reponer fuerzas con una comida caliente, para poder continuar caminando y llegar a su destino en las mejores condiciones.
En la provincia de Almería las ventas empezaron a cerrarse en la década de los 60 del pasado siglo. Las nuevas ventas, aprovechando la apertura de nuevas vías de comunicación, se desplazaron un poco dentro de su zona, para quedar junto a ellas, transformándose en magníficos restaurantes, aprovechando el reclamo del nombre antiguo. Voy a citar algunas de ellas, de las que de alguna forma conocí personalmente, cuando aún conservaban su auténtico sabor las ventas y las posadas; quizás la venta más famosa fue la Eritaña ubicada en el límite de la ciudad de Almería hacia Poniente, por ser de paso obligado. Estaba situada frente al fielato, pero la referencia no es buena porque éste también ha desaparecido, cuya finalidad era controlar y pagar por todos los producto intervenidos. Venta y fielato estaban en la carretera que iba de la capital hacia el Cañarete, obra insigne que realizó el ingeniero de Caminos José Trías Hernáiz en los últimos años del siglo XIX. La venta de Eritaña disponía de un gran comedor abierto al mar, desde el cual se dominaba el puerto y nuestra espléndida bahía. Durante el día la venta era un magnífico mesón donde todos los sábados y domingos los clientes podían disfrutar de los mejores pescados, que no pasaban por la Plaza y de suculentas paellas. Por la noche la cosa cambiaba un poco; allí se daban cita los cantaores y guitarristas de Pescadería y de La Chanca, los intelectuales y naturalmente las prostitutas; mi profesora de Literatura Celia Viñas era una de las asiduas, que compartía las veladas con los poetas, pintores y escultores indalianos.
La venta del Pobre, ubicada en el término municipal de Níjar, fue también otra venta famosa. Hoy sobrevive dentro de una estación de servicio, pero su aspecto y el sabor rancio de los años ya ha desaparecido. A continuación cito algunas más como la venta de Santa Ana en término de Huércal, Los Castaños en Sorbas, Luisa en Serón, la venta del Viso en la Mojonera, la de Pampanico en El Ejido, la venta Ramírez famosa por el crimen de 1884 en San Telmo, donde está ahora la estación de servicio y la venta Mincharra a mitad de camino entre Alcolea y Laujar. Esta última fue más famosa por su aguardiente y vermut que como mesón.
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