A Vuelapluma
Ignacio Flores
Los míticos 451º F
La literatura medieval es un fenómeno extendido y muy diversificado de temática diferente, siendo uno de los tópicos más tratados los temas amorosos, donde los trovadores y poetas recitaban canciones acompaña dadas por los ministriles. Entre las diversas temáticas que siguió este género, estaba la del amor cortes, donde se ponía de manifiesto los cambios de la sociedad del momento en temas amorosos. Este amor ideal que conforma la “caballería del amor” también contemplaba la faceta carnal, buen ejemplo de ello, nos lo da la Italia medieval, con calles dedicadas a la prostitución, donde las concubinas exhibían sus encantos bajo los arcos Fornix, probablemente de los que procede el vocablo fornicar; entre otras cosas, porque el juego del cortejo no solo tiene lugar bajo el prisma del amor conyugal ni al matrimonio como objetivo último, tampoco está excluido del contexto cortesano, siendo posible armonizar ambos estilos dentro de la idealización de los amantes y del sentimiento que los embriaga; tras esta introducción , el clérigo Andrés capellán (1150 – 1220), que formo parte de la corte de María de Francia, pensador y autor de un tratado científico sobre el amor de las damas, donde se valora su rango social, tal como enseña la teoría de las clases sociales, expone la siguiente relación: burgués- burguesa, burgués-dama noble y burgués-mujer de la alta nobleza; noble- burguesa; alta nobleza-dama de la alta nobleza; ya que cada caso empezaría con un protocolo distinto, y desde este punto de vista, aplicamos un protocolo dependiendo de la clase social correspondiente: “ No hay que hablar de amor después del saludo”; o “ el hombre dejara que la mujer tome la iniciativa de la conversación”; o el que defiende su condición de enamorado, recordando que también los hombres plebeyos pueden ennoblecerse”; o “al dirigirse a una noble, no deben ser excesivos los elogios para que no piense que la adulamos en falso”; o bien, expresiones de la dama hacia el caballero “tus piernas son gruesas y tus pies grandes, más bien de un plebeyo que de un caballero”; o el discurso de un noble hacia una plebeya, donde ella le responde “Oh, cuan extraño debe ser el azor que, olvidando las perdices, las grullas y los faisanes, busca su presa entre los pajarillos y los pollos”; o el caballero que aleccionado por la discusión, se dirija a la dama “implorando que se cumplan todos sus deseos, alo que la dama responderá, según corresponda a su categoría, porque si le declaran su amor, ofenden gravemente a Dios”; por tanto y para terminar concluimos diciendo que la integridad moral es más acorde a la sangre noble que a los que pertenecen a un tronco plebeyo
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