Pues yo lo veo así
Esteban Requena Manzano
Religión y sentimientos
En las comunicaciones escritas por Luisa Roldán al rey Carlos II y otros altos miembros de la corte madrileña se refiere la escultora a sus piezas de pequeño tamaño de temática religiosa, realizadas en barro policromado, como “alhajas”. Y de igual manera lo hacen sus patronos y clientes. Estas obras, por lo general grupos de figuras de pequeño tamaño, de primorosa ejecución y barroquismo formal, se ejecutaban para adornar los espacios privados, domésticos, de palacios y residencias, y servían para el deleite y devoción de los ricos particulares. Solían presentarse dentro de vitrinas talladas en madera ebonizada de palosanto o fanales de cristal, colocados siempre sobre mesas escritorio castellanas. Eran como joyas que iluminaban las estancias de los Austrias, poniendo el contrapunto a un mobiliario y decoración ciertamente austeros. Los asuntos representados en estos grupos escultóricos, marianos en su mayoría, alimentaban una devoción plagada de detalles piadosos y anécdotas basadas en las lecturas privadas de los poderosos comitentes, generalmente en devocionarios u obras como La Mística Ciudad de Dios de la madre de Ágreda, confidente y consejera de Felipe IV. Con estas indicaciones trabajaban los artistas al servicio de la corte, pintores y escultores, tanto españoles como italianos. La influencia en la Roldana de las esculturas y pinturas de los napolitanos –como Luca Giordano- que trabajaban para el rey es más que evidente. La sevillana adaptó su estilo a los gustos de la corte madrileña, abandonando su oficio de imaginería de gran tamaño para el culto en iglesias, que había desarrollado anteriormente, primero en el taller paterno y después junto a su marido y cuñado con un taller propio. Sacrificó las ricas policromías estofadas del periodo sevillano por los colores vivos y uniformes, que potenciaban los volúmenes escultóricos. Pese a todo, Luisa estaba ya adiestrada en los grupos escultóricos de pequeño formato desde su etapa sevillana y gaditana, pues se conocen unos pocos ejemplos de ese periodo, como un belén en madera policromada y estofada, recientemente atribuido, y del que se conservan varias figuras en el Museo de Escultura de Valladolid. Es este de los grupos pequeños para devoción privada, en su etapa anterior a la madrileña, un terreno poco estudiado de la Roldana, pero aclararía muchas atribuciones y daría mucha luz a su evolución técnica y estilística. La Virgen del Saliente, de confirmarse su autoría, se enmarcaría en ese corpus de obras sin la menor duda.
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