Opinión
Una doble alegría
La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Economía, María Jesús Montero, anunció el lunes de esta semana la demolición de El Algarrobico. Una más de un largo proceso burocrático-administrativo-judicial en el que está envuelto la construcción desde hace dos décadas. No se trata a estas alturas del partido de poner en duda nada, no es cuestión, pero me van a permitir que sea algo reticente a un anuncio que es importante para el futuro del hotel, pero en el que la Junta de Andalucía también tiene mucho que decir.El Consejo de Ministros del pasado martes aprobó un acuerdo por el que se declarará la utilidad pública de las parcelas donde se ubica el hotel, con la intención de proceder a la expropiación de los terrenos que se encuentran dentro del Dominio Público Marítimo-Terrestre, sobre el que el Gobierno tiene competencias.
Pero hay una zona de la mole inacabada que se encuentra en suelo de competencia autonómica, por lo que Montero instaba a la Junta de Andalucía “a seguir los mismos pasos, iniciando la expropiación de los terrenos que se encuentren en su área de influencia”. La ministra de Hacienda espera colaboración por parte del gobierno de Juanma Moreno, y apelaba a la Comisión de Seguimiento formada en 2011 y en la que están representadas ambas administraciones. Pero deja claro que “si no hubiera colaboración de la Junta, igualmente el Gobierno de España buscará alternativas para que el hotel ilegal sea demolido”. Daba así un plazo aproximado de cinco meses “si no hay ninguna incidencia o interferencia” para que se inicie la demolición del hotel, que será financiada por el Gobierno de España, y la posterior e inmediata resturación ambiental del paraje. Según Montero, con el derribo se pondrá fin “al mayor atentado mediambiental que ha sufrido el paraje natural” y que ha convertido a este hotel almeriense en un “símbolo de la depredación inmobiliaria que tanto ha dañado nuestro litoral”.
La apuesta del Gobierno es arriesgada, porque ahora nos encontraremos con la propiedad y aquello que tenga que decir, que será, como en otras ocasiones en los tribunales. Pero está bien que se avance en un proceso que se prolonga demasiado tiempo y que nunca debió producirse. Desde que la entonces ministra Cristina Narbona anunciará su paralización, hemos vivido dos décadas de recursos, propuestas, sentencias, acuerdos plenarios y así hasta el infinito, y el hotel sigue en pie. Espero que esta sea la vencida, la que realmente lleve las máquinas a la mole de cemento y todos podamos ver como cae uno de los mayores símbolos de la degradación del litoral de los años del desarrollollo alocado. Pero no me olvido de la propiedad y de lo que la justicia decidirá al final que hay que pagar por el daño producido en este tiempo. Una cifra astronómica que ha hecho, no nos engañemos, que la estructura de cemento aún siga en pie.
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