Vía Augusta
Alberto Grimaldi
El bien común
Hace unos años, un famoso filósofo puso de moda la frase aquella de que se necesita toda la tribu para educar a un niño. En realidad, esta frase es una manipulación folklorista y postmoderna, ya que el proverbio africano original habla de una aldea o un pueblo. El matiz no es ninguna tontería. Parece que cuando hablamos de África solo podemos pensar en tribus y taparrabos...
No hace mucho una maestra afirmaba que el problema de la convivencia en las aulas, el bullying y los comportamientos inadecuados que tiene el alumnado se debe sobre todo a la labor de las familias y sacaba a colación el citado proverbio afirmando que «la tribu está fallando». Seguramente, muchas de las personas que lean esta columna (de clase media, con cultura y cierta estabilidad económica) coincidan con esta afirmación. Sin embargo, si indagamos un poco, veremos que la violencia está presente por igual en todos los estratos socioeconómicos. Las formas serán distintas, el lenguaje también, el modo de vida y de relacionarse… pero la violencia en sí misma no pertenece a ningún grupo cultural. Los datos están ahí.
Hagamos un breve análisis: padres y madres separados (una semana con uno, otra con otro, repartiéndose días…), que trabajan muchas horas al día, horarios imposibles, clase trabajadora que a veces tiene que tener varios trabajos o trabajan a destajo, pequeños (o falsos) autónomos que echan mucho más de 8 horas en el trabajo, abuelos y abuelas encargándose de criar de nuevo, aula matinal y comedor y extraescolares a primera hora porque si no tengo que dejar a mi hijo o hija en la calle, actividades de inglés (que «es muy importante»), deportes (que «hay que moverse»), conservatorio o teatro (que «hay que tener aficiones») y refuerzo, muchas clases particulares cuando hay dificultades… ¿Dónde está la aldea? ¿dónde está el pueblo? Uno de los sentimientos más comúnmente extendidos entre nuestros jóvenes es la soledad.
En Secundaria, el alumnado pasa un total de 32 horas y media en el centro educativo. 32 horas y media con las mismas personas, el mismo grupo de compañeras y compañeros, el mismo equipo de profesorado, el mismo recinto… ¿Dónde se dan, entonces, la mayoría de las interacciones estables? ¿cuál es su principal referente? ¿cuál es la aldea? Dejémoslo «en tablas». La aldea quizá no esté fuera, ni tampoco del todo dentro de la escuela. La aldea, tal vez, seamos todos y todas.
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