El Medio y el Ambiente
Ignacio Flores
¡Alberto, Alberto, Alberto, Alberto es...!
Ya mismo es día 15, festividad de San Alberto Magno y la Alquimia. Ya no estoy empezando en Granada. Ya no pienso en conseguir dicromato o permanganato, ni sodio para echarlos en la fuente del Patio de Ciencias de la Facultad vieja. Ahora se me viene a la cabeza mi afición por saber de Alquimia, cuestión que quiero resolver algún día. Llevo días dándole vueltas a un escrito de la Universidad de Navarra, en el que dicen que los filósofos griegos fueron los primeros en preguntarse acerca de la naturaleza de la materia. Se preguntaban que si una piedra puede transformarse en un metal, ¿cuál es su naturaleza? Para “aclararlo”, Aristóteles dijo que había cuatro estados de la materia: tierra, agua, aire y el fuego, principal impulsor de los cambios. ¡”Aclarado”! Pasando a la al-kimiya árabe, pues los egipcios estaban tan obsesionados con los embalsamamientos y con sus momias, que los considero capítulo aparte. Además, llamaban magos a los que trabajaban con sustancias raras. Por lo tanto, sigamos con los árabes. Gracias a éstos.la al-kimiya llegó a Europa y, con ella, el interés de los alquimistas por la transmutación de los metales. Se creía que lo único que faltaba para conseguirlo era una substancia desconocida, un al-iksir, que en Europa se llamó piedra filosofal. Por si fuera poco, esta substancia habría de servir para curar todas la enfermedades y conferir la inmortalidad, o sea, el elixir de la vida. En esta cuestión seguimos con la misma carencia. Así llegamos al primer alquimista europeo importante, que fue el escolástico alemán S. Alberto de Bollstadt (ca.1200- 1280), conocido como Alberto Magno, parece ser que por su envergadura personal. Por lo visto, el único ejercicio que hacía era ir cambiando su mesa de lugar, para aprovechar al máximo la luz del sol. Entre sus vastos conocimientos de Filosofía Natural, que recogían el conocimiento aristotélico, experimentó con materiales fotosensibles (nitrato de plata) y se le considera descubridor del arsénico. Su discípulo Sto.Tomás de Aquino (1224-1274), doctor de la Iglesia como él, apoyó la teoría hilémórfica (materia y forma) de Aristóteles. Ahora, con el Beato mallorquín Ramón Llull (1232-1315) que escribe sobre los metales y la alquimia en sus tratados, llega el orgullo patrio español, Llegó a atribuírsele incluso la fabricación de oro para Eduardo II de Inglaterra pero ese ya es otro tema, y sobre el mismo corremos un tupido velo, que para eso es paisano.
Hasta aquí la felicitación por San Alberto Magno, patrono de Ciencias.
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