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Gafas de cerca
Tacho Rufino
Serendipia y mollas
A Vuelapluma
El invento de la UE como Organización, lo entiendo, lo acepto, me parece bien. Su puesta en práctica, como la intermitencia del coche: ahora si, ahora no. Es decir, en ocasiones me gusta y en otras ocasiones, no. Pero también comprendo que no sólo somos muchos, sino que somos muy diferentes. Sólo hay que ver la lista actual de sus 27 Estados miembros y pensar en las comidas típicas de cada uno. Nada más que con ese ejercicio, es suficiente para constatar el batiburrillo. De todas formas, con paciencia y buenas maneras, todo se consigue. Pero donde veo la carencia europea, es en lo rápidos que somos para “abandonar nuestras convicciones”, y me refiero al tema de los coches eléctricos. Ahí estaba la UE, machaca que te machaca con los dichosos coches eléctricos, que ha sido llegar Trump al poder en los USA, decir que allí de eléctricos nada y la UE automáticamente ha dicho que se abre al diálogo con el sector del automóvil para trazar una hoja de ruta con el coche eléctrico. Y eso, en diplomacia, es fácil saber lo que significa. La razón esgrimida: que la electrificación de los coches no termina de calar en los consumidores europeos. Y yo entre ellos.
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