Antonio Lao
El silencio de los pueblos
"Eres un don nadie, invisible, transparente, prescindible para todos los ojos; no tienes el derecho a ser una víctima". La vida de un vigilante de seguridad pasa por emociones como esta. Las personas que se lo encuentran proyectan sobre él desidia y negatividad. El problema es que los vigilantes aceptan esta condición y terminan creyendo que no son nada. Alegar ahora causas para esta triste historia es recurrente: los falsos estereotipos, la ausencia de información sobre la profesión, y el mal diseño legal de quienes protegen derechos fundamentales sin protección jurídica adecuada. El gran problema, no obstante, son las consecuencias. Nadie le reconoce el derecho a los vigilantes a ser víctimas. En este país supuestamente de derechos garantistas sólo los colectivos populares y populistas son reconocidos como víctimas para la sociedad. Los demás son un dato estadístico que no trasciende a la opinión pública. Para la población un vigilante sólo es un tipo violento e ignorante, un don nadie. Pero uno que sufre y que siente injusta su existencia porque nadie se digna a darle una oportunidad. Tras el uniforme hay un ser humano que se aflige ante el trato vejatorio de quién lo ningunea a diario sin importarle el dolor que puede causarle. Y ese es el día a día del vigilante: una víctima de su empresa y del cliente que le ordena sin saber hacerlo, que pasa desapercibido ante los ojos de los que pasan delante y no lo ven. La Federación de Trabajadores de Seguridad Privada de USO Andalucía no está de acuerdo con esto. Para ellos un vigilante es una persona con el mismo derecho a la dignidad que los demás y por eso lucha por la igualdad social y jurídica. Estos trabajadores no pueden pasar más tiempo en el anonimato, en la indiferencia. Su sufrimiento debe de una vez por todas sentar registro en la opinión pública. La FTSP USO Andalucía lucha por esa dignidad para que el vigilante no se crea inferior y aspire ser como los demás. El trabajador de seguridad privada debe emanciparse de los estereotipos y sentirse ciudadano de primera. Se lo merece y ya va siendo hora de que se lo crea. "No eres un don nadie", sería el mensaje. Un don nadie es el ciudadano común y corriente que lo ningunea; que le ridiculiza movido por la ignorancia y la soberbia; que no respeta la vida humana ni va a respetarla; que no tiene principios ni educación adecuada.
También te puede interesar
Lo último