Antonio Montero Alcaide · Juan Antonio Muñoz Muñoz

Tiempo en flor

Luces y razones

Almendros en flor
Almendros en flor / Juan Antonio Muñoz Muñoz

Las estaciones del año parecen cada vez menos precisas o deslindadas, como si el tiempo se revelara al ortodoxo suceder de sus humores y gustara de una alternancia menos medida. La floración del almendro, sin embargo, es uno de los hermosos anuncios de un tiempo nuevo —por eso cambiante en la transición—y contemplarla en las escasas dos semanas de su transcurso aviva e incluso emociona. El tiempo en flor, esplendoroso en la sencilla belleza de un árbol enraizado desde hace milenios, cuando la civilización aquietaba el devenir de los hombres, dispersos y nómadas por los arrabales del silvestre mundo. Y el tiempo, más disciplinado en su curso, había de cerrar las puertas del invierno, inhóspito con su cohorte de tempestades, fríos gélidos, vientos desabridos y oscuridades tempranas, para que la primavera, con sus luces diáfanas y tibias, alumbrara los días y el revoltijo de lo que llega y no ha llegado, de lo que se va y todavía no se ha ido. Acostumbrados a los protocolos del tiempo, que se alteren procura el atractivo de hacer posibles las cosas a destiempo, de darles oportunidad cuando parecen no tenerla. Aunque entonces ya no se trate del tiempo en flor, sino del tiempo impropio.

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