La mirada zurda
Un Papa filósofo
la consulta del especialista
LA Tendinopatía de la Cintilla Iliotibial o "Rodilla del Corredor" es una lesión por sobreuso que afecta a la banda iliotibial y se caracteriza por la aparición de dolor en la cara lateral de la rodilla, donde se produce una ficción entre la cintilla y el epicóndilo lateral que es la parte más externa del fémur.
Es muy frecuente en los corredores de media y larga distancia, pero no es exclusivo de ellos. También aparece en ciclistas, remeros y otros deportes.
ANATOMÍA
La cintilla iliotibial es la expansión distal de la fascia lata, que se origina en el trocánter mayor por la fusión de la fascia del tensor de la fascia lata, glúteo mayor y glúteo medio. En la parte distal la cintilla se bifurca en dos componentes: la banda o tracto iliotibial (se inserta en la tibia sobre el tubérculo de Gerdy, con expansiones a la cabeza del peroné) y a banda iliorrotuliana. En esta zona existe una transformación del tejido sinovial de la articulación que actúa como una almohadilla o bursa hacia otro de peor calidad (hiperplasia), facilitando el deslizamiento de la cintilla, pero cuando se daña o inflama provoca dolor.
FISIOPATOLOGÍA
La cintilla da soporte al músculo vasto lateral, uno de los vientres musculares del cuádriceps, y ayuda en la estabilización lateral de la articulación de la rodilla y la estabilidad de la rótula.
Durante los ciclos de flexión y extensión de la rodilla (correr, bici, remo, elíptica…) el tensor de la fascia lata y la cintilla iliotibial ayudan a la estabilidad de la flexión de la cadera y rodilla, y sus posiciones se van compensando. En flexión de cadera y rodilla el tensor de la fascia lata se sitúa anterior al trocánter mayor y la cintilla posterior al epicóndilo femoral. En extensión ocurre lo contrario: el tensor de la fascia lata se sitúa posterior al trocánter mayor y la cintilla anterior al epicóndilo femoral.
Las actividades con carga y flexo-extensión repetidas aumentan la fricción de estas estructuras, pudiendo provocar su inflamación o su deterioro.
La causa de la lesión es multifactorial. Se piensa que el problema empieza en los músculos abductores de la cadera, que por debilidad o fatiga no estabilizan la pelvis. Otras estructuras intentan compensar. A esto podría sumarse un exceso de pronación del pie, para conseguir una aproximación y rotación interna adecuada de la pierna, iniciando el mecanismo de sobrecarga y lesión.
Entre los factores predisponentes se han postulado algunos intrínsecos: banda tibial retraída, torsión tibial interna, genu varo, pronación del retropie, mediopie y anomalía en el despegue del pie, debilidad de los abductores de la cadera y diferencias de longitud de las extremidades; y factores extrínsecos: sobreentrenamiento, calzado inapropiado y terreno duro e irregular.
CUADRO CLÍNICO
El dolor es, generalmente, mecánico y aparece sobre todo al correr o al subir y bajar escaleras.
El dolor puede acentuarse al correr cuesta abajo o a ritmos lentos, porque aumenta el roce de la cintilla en estas situaciones.
La exploración de las piernas puede demostrar alguna de las alteraciones predisponentes reseñadas. Los pacientes tienen dolor con la presión sobre el epicóndilo femoral lateral y otros puntos gatillo en la cara lateral del muslo, sobre la fascia lata, que suele tener signos clínicos de rigidez.
Yo he tenido esta lesión y notaba un dolor punzante e intenso en la parte lateral de la rodilla al correr tres kilómetros que me obligaba a parar.
DIAGNÓSTICO
La exploración clínica es la base del diagnóstico. Es fundamental tener presente este cuadro clínico para no confundirlo con otros más habituales.
La exploración de las estructuras de la rodilla es normal. El dolor puede confundirse o asociarse con dolor patelofemoral, que identificaremos con las maniobras de desplazamiento rotuliano. Las pruebas de imagen no son fundamentales pero pueden estar indicadas. Las radiografías (para descartar otro tipo de lesiones asociadas), la resonancia magnética, la ecografía de alta resolución y, para los casos en que sospechemos displasias patelofemorales, el escáner o TAC nos permitirán establecer el diagnóstico y descartar otras lesiones como la tendinitis del bíceps femoral y del poplíteo, bursitis prerrotuliana, condropatía rotuliana, síndrome de hiperpresión lateral rotuliana, displasias patelofemorales o lesiones del menisco externo.
TRATAMIENTO
El tratamiento inicial, en los cuadros más leves o en las fases de reagudización, será el reposo relativo, la modificación de los ejercicios y el frío local (2-3 veces al día) o el uso de antiinflamatorios no esteroideos.
No se aconseja el reposo absoluto en las fases iniciales, sólo limitar las actividades y maniobras dolorosas. Esto incluye la modificación de la actividad, estiramientos y un programa de ejercicios de propiocepción y de potenciación para la musculatura glútea.
Si no hay una respuesta favorable se aconseja el tratamiento de fisioterapia, como los estiramientos específicos para el glúteo y la cintilla, ultrasonidos, láser, magnetoterapia, TENS, sonoforesis y la iontoforesis (sistemas utilizados para penetrar los esteroides en tejido inflamado sin una inyección). En esta fase hemos de revisar las posturas y el material deportivo de nuestros atletas, por si proceden correcciones, plantillas o modificación del calzado. El papel del ortopodólogo es fundamental para corregir o paliar la hiperpronación u otras alteraciones estáticas o dinámicas de la marcha que pudieran actuar como un factor predisponente.
Los casos más graves no suelen responder a estas medidas y requieren otras formas de tratamiento. Las técnicas de fisioterapia avanzada incluyen terapias mínimamente invasivas guiadas por ecografía de alta resolución. En estos casos están indicadas técnicas como la EPI (electrolisis percutánea intratisular) o la proloterapia, procedimientos que limpian o destruyen el tejido dañado como paso previo a las terapias biológicas, como las infiltraciones con plasma rico en factores de crecimiento.
También te puede interesar
Lo último