A Vuelapluma
Ignacio Flores
Los míticos 451º F
Quizás
Ya queda menos para el IPhone 16. Ustedes dirán que acaba de salir el 15, puntual como siempre a la cita, un año después de su predecesor y prácticamente igual a éste; pero la triste verdad es que al utensilio cuya posesión diferenciará a los habitantes del primer mundo del resto durante los próximos meses, le queda menos de un año para ser declarado obsoleto. Si, le dirán que la batería del recién salido dura más y que la fotografía alcanza niveles nunca vistos; pero en realidad para lo que usted usa el móvil, mandar mensajes, ver vídeos, leer los titulares de la prensa, escuchar un podcast o música de sus playlists y sacar fotos de las puestas de sol; el móvil que tiene le ofrece los mismos servicios sin la necesidad de gastarse casi dos mil euros en uno nuevo. Además, necesita de nuevas carcasas, hay nuevos colores y la habitual renovación de accesorios; aunque en esta ocasión parece será menor debido a que Europa ha obligado a Apple a ofrecer un cargador universal. Pero si al final usted actúa razonablemente y no cae en el derroche que supone renovar cada año su iPhone, su iwatch o su iPad, corre el riesgo de parecer más anticuado que si conduce un coche sin lavar que no sea híbrido.
Es cuestión de poder adquisitivo, por supuesto, pero también de la capacidad de Apple para identificar sus productos y la renovación de éstos con el deseo de los humanos por estar “a la última”. Los influencers los usan; los directivos, políticos, deportistas de nivel. Todos esperan a cada nueva versión, un cambio tan trascendental como supuso el mundo de las Apps. Pero desde hace años el universo Apple sólo ofrece mejor tecnología cada vez más cara y una escasez alarmante de nuevas ideas. Sin embargo, el iPhone 15 volverá a abarrotar sus tiendas; habrá calculadamente más demanda que oferta para acrecentar la imagen de producto exclusivo del terminal; y los ingresos y la rentabilidad del gigante californiano crecerán una vez más. Pero cuando usted consiga tener uno, se sentirá como cuando los Reyes Magos le trajeron aquel Scalextric con puentes, o la muñeca que hablaba con la que tanto soñó. Lo cogerá y al hacerlo percibirá al mundo entre sus manos con todo lo que la vida ofrece a su alcance. Hasta que se dé cuenta de que a su arma vencedora le queda sólo un año de vida, y se preguntará asustado si cuando eso ocurra podrá costearse uno nuevo. Es la maldición de toda empresa. Lo que deja de crecer termina por desaparecer, y Apple necesita hacerlo cada año. Y en esa alocada carrera nos arrastra a todos.
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