Soledades

La soledad no es solo de naturaleza física –no tener a nadie al lado- sino sobre todo anímica

11 de junio 2024 - 00:00

Escribió Lope de Vega: “A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos”. Este poema es del siglo XVII, cuando la soledad era un sentimiento. Hoy es quizás la última pandemia contemporánea. Y distingo la soledad no deseada de ese concepto dudoso y notablemente edulcorado que, sin justificación posible, se ha dado en llamar la soledad elegida, que en realidad solo afecta a jóvenes taciturnos y adultos caprichosos y solitarios.

Más de dos millones de hombres y mujeres de nuestro país viven solos, y un total de 365.000 en residencias de mayores, de las cuales un 60% no reciben visita alguna.

Quienes defienden la soledad como elección fabulan señalando que frecuentando la lectura, que con buenos libros y escuchando música se combate melancólicamente el estar solo. La soledad es muy dura. Y es muy dura porque nos priva de lo que más precisa el ser humano: el amor, el cariño, el afecto. Y es que quizá sea el amor lo que más necesitamos en nuestra andadura vital. Como dice San Juan de la Cruz: “al atardecer de la vida nos examinarán de amor”.

La soledad no es solo de naturaleza física –no tener a nadie al lado- sino sobre todo anímica. Ese tremendo sentimiento de que no importamos a nadie, de que nadie nos echa en falta, de que nadie nos llama. La soledad lo que seguramente arrastra como principal ingrediente es la tristeza. Es difícil que el que esté solo sea feliz. Le falta algo esencial para una vida razonablemente grata como es la comunicación. Es muy curioso que en una época como la que vivimos, dominada por el imperio de la comunicación, sea una época en la que domina la incomunicación sentimental entre las personas. Hay datos muy clarificadores conseguidos por el Observatorio de la Soledad no Deseada. La última consecuencia calculada por este Observatorio, la más dramática, son las casi 850 personas de muerte prematura que se atribuyen directamente a la soledad no deseada. Si estás solo o sola y necesitas apoyo, puedes llamar al número 950 269 999. Ahí están a tu lado. Es muy complicado vivir solo después de alcanzada la edad provecta que acerca el tiempo de descuento de una vida que hasta entonces estuvo compartida. No es suficiente la amistad, ni el álbum de los viejos recuerdos archivado en la memoria. Vivir solo es, en muchas ocasiones, anticipar la muerte. Escribió Bécquer, “la soledad es buena si se tiene a quien contar”.

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