Sic transit…

La imagen.
La imagen. / Javier Alonso

11 de mayo 2024 - 18:00

Las glorias del mundo son de distinta naturaleza y condición. Mas acaso coincidan en que resultan afectadas por el paso del tiempo y la fugacidad del resplandor: “Sic transit gloria mundi”. Además, no solo es cuestión del tiempo, o del final de la vida que lo ocupa en el transcurrir de los años, sino de frustraciones coyunturales o circunstanciales que hacen decaer iniciativas, proyectos o anhelos tras materializarse, hacerse reales, con no poco empeño y, también, algo de fortuna. Los efectos de estos descalabros, o de las decisiones que acaban por tomarse para evitarlos, generalmente se interiorizan y aprovisionan la despensa de las aleccionadoras experiencias que acompañan el curso de la vida. Aunque también, como en la fotografía, las evidencias del infortunio permiten imaginar las estaciones del trayecto que llevó a la fatídica conclusión del abandono. Así ocurre, entonces, con la gloriosa denominación de un lugar que pudo reunir a la concurrencia por sus reclamos gastronómicos y que, ahora, reclama asimismo para manifestar no el fin del tiempo -la escatológica calavera que representa el “sic transit”-, ni el de la gloria, sino de una de las manifestaciones concretas, incluso cotidianas, en que uno y otra tomaban forma para hacerse presentes en las mundanales circunstancias de los días.

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