Antonio Lao
Día de la Provincia, algo más que medallas
Plaza Vieja
El Ayuntamiento impondrá el Escudo de Oro de Almería a dos mujeres del barrio de El Alquián, Isabel Simón y Araceli Niego, que llevan casi medio siglo al frente de sus negocios: la churrería y el restaurante 'La Kika'. Estoy seguro de que alguna vez han pasado por allí. Ambas son ejemplo de una vida llena de trabajo, de esfuerzo y de sacrificio, y por eso es justo reconocer de algún modo lo mucho que las dos han hecho en favor del crecimiento de su barrio y de Almería entera. Habitualmente, el Ayuntamiento reconoce la trayectoria de aquellos almerienses que de forma esporádica o puntual consiguen grandes hitos o son capaces de llevar el nombre de nuestra ciudad por diferentes partes del mundo por medio de sus éxitos deportivos o méritos profesionales. Pero además de eso, estamos impulsando la iniciativa de que el Ayuntamiento rinda homenaje a los almerienses que, de forma anónima, llevan toda una vida de trabajo, de esfuerzo y de sacrificio en sus respectivos ámbitos, porque en buena medida todas esas personas son protagonistas y artífices del gran momento que vive Almería en la actualidad. Y es justo, como digo, que el Ayuntamiento de Almería ponga el foco de la atención pública almeriense sobre la vida y las enseñanzas que nos dejan trayectorias personales y profesionales como las de Isabel Simón, "la churrera de El Alquián", y la de Araceli Nieto, más conocida como 'La Kika'. Las dos encarnan perfectamente ese espíritu de trabajo callado que distingue a los mejores, y así llevan ya casi medio siglo en su barrio, al frente de dos negocios tan entrañables y señeros como el quiosco de churros y el restaurante 'La Kika', en donde la calidad de los productos es paralela a un servicio esmerado y cariñoso que las ha hecho convertirse en todo un referente de la gastronomía y la vida social no sólo del barrio, sino de Almería entera. De este modo, el Ayuntamiento tiene un gesto de afecto y reconocimiento que está en las antípodas de la lección moral o de la escenificación ética. Se puede y se debe reconocer el mérito de las mujeres más brillantes con naturalidad, sin abrir brechas o crear conflictos, porque reconocer el trabajo diario de mujeres como estas dos almerienses es la manera más efectiva, más realista y menos artificial de formar en valores. Las medallas son para quienes las reciben, y no para quienes las imponen.
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