Luces y razones
Antonio Montero Alcaide
Amistad virtuosa
Torre de los espejos
SE fue destejiendo el tapiz que, las escritoras de la Almería árabe, fueron dibujando con pasión, aves de suelta y ardiente caligrafía donde, las olas más libres del ser, desbordaron sus diques. Nos quedan tan sólo pedazos minúsculos, versos sueltos, que se negaron a desaparecer, con la resistencia de almas adheridas a su cielo.
Vemos en ellos, como en la nítida pantalla de los tiempos, la imagen de la presencia cultural de las mujeres en aquel reino donde, la inteligencia y la emoción de sus cantoras, se alzaron en las copas del estremecimiento. Aparece primero Al-Gassâniyya, bien conocida en Al-Andalus, que vivió entre los siglos X y XI, poetisa de Pechina, perteneciente a la tribu yemení de los Banu Gassan, de quien nos ha llegado un poema tan solo, dedicado a Jairán, rey de la taifa almeriense, donde describe el dolor que provoca la separación o la partida de las mujeres: "¿Te entristece que digan: partirán las hermosas?/ ¿Cómo tendrás paciencia si se van, ay de ti?/ Su partida es la muerte, y si lo dudas,/ vive, cosecharás tristezas de su marcha". Rememora los encuentros felices: "y los deseos abrazábamos/ como las ramas que se abrazan al empuje del viento", en contraste con el hundimiento de la despedida.
Gayat al-Munà, esclava de Al-Mu´tasim, a quien dejó maravillado por su capacidad improvisadora. A la pregunta "¿Quién ha vestido con languidez mi cuerpo?", la muchacha contestó con agilidad: "Me ha mostrado un amante/ cuya pasión dirá que yo". Umm al-Kirâm, hija del rey Al-Mu´tasim, en la época de mayor esplendor de Almería, dada su enorme inteligencia y sensibilidad para la poesía, recibió una cuidada educación. Participó del estimulante ambiente cultural que se vivió en la corte.
Unos versos, (¡Oh humanos, asombraos / de lo que ha hecho conmigo/ la llama del amor!), tocados de la lumbre de la alegría y la aniquilación, descubrieron su pasión por el eunuco Al-Samar, que su padre hizo desaparecer, abismándola en la desesperación. En Zaynab al-Mariyya todo es un misterio. Sólo sabemos que era almeriense y anterior al siglo XIII. De ella nos ha llegado un poema bellísimo, de emociones vivas y desnudas, que tensan el hilo entre el deseo y la realidad: "Tú que cabalgas en pos de tu deseo, / detente y te diré lo que padezco…" ¿Cuántas de las quinientas cantoras, del visir Ibn Abás, en época de Zohair, componían los versos que cantaban?, ¿qué poetisas conmovieron, con la verdad arrebatada de sus vidas, las noches donde ardían los jardines? Muchos nombres de mujeres poetas -Alcalaiyya, Raihana…- le faltan al tapiz incompleto -y despojado- de Almería.
También te puede interesar
Luces y razones
Antonio Montero Alcaide
Amistad virtuosa
Equipo Alfredo
Overbooking navideño
Sin complejos
Martillos, mensajes y pruebas a martillazos
El balcón
Ignacio Martínez
Jaén, prueba del algodón