Paradoja de la felicidad

La felicidad suele disfrutarse en las sorpresas de la suerte, en las pasajeras coyunturas o en el bienestar transitorio

31 de mayo 2024 - 00:00

La felicidad puede definirse tanto por lo que conlleva, un estado donde prevalece la grata satisfacción espiritual y física, como por lo que no trae, esto es, por la ausencia de inconvenientes, dificultades o contratiempos. Por eso, la búsqueda de la felicidad puede resultar un propósito al que aplicarse con esmero ante los réditos que procure. Sin embargo, no pocas cuestiones avaladas por la evidente lógica de las razones -si algo ayuda y beneficia, por qué no buscarlo- acaban convertidas en contradictorias paradojas. Como esa por la que la mejor forma de encontrar la felicidad es dejando de buscarla. Sobre todo, cuando se piensa o se percibe que la felicidad llegará con lo que, a la postre, no permite alcanzarla. Tal es la paradoja de la felicidad, cuando, supuestamente alcanzadas las condiciones que parecían propias de aquella, resulta un infeliz e insatisfactorio estado de las cosas. No poco tienen que ver con ello las circunstancias o los motivos de la felicidad y cuándo se hace genuina. El éxito profesional, el reconocimiento, la fama e incluso la riqueza material parecen inherentes a la felicidad, pero esta no se conforma, e incluso suele ser esquiva, con lo que le parece propio, desde una lógica más bien simple. Es más, una búsqueda acaparadora de la felicidad puede conducir al aislamiento y a la soledad, concentradas las acciones personales en uno mismo, a fin de conseguirla, y descuidadas, por ello, las relaciones con los otros. De ahí, entonces, la recomendación de no afanarse en buscar la felicidad, pero sin que esto deba entenderse como aceptar un infeliz conformismo. Dejar de buscarla no hace, así, inalcanzable la felicidad, sino que se presente de manera genuina, como consecuencia de un cotidiano curso de las cosas que lleve a un venturoso estado del ser y del estar. De manera que la felicidad no se convierta en un aparatoso empeño, necesitado de una planificada estrategia, sino el efecto de sencillos, y muy valiosos, cuidados de lo ordinario en el discurrir de los días. Resultado harto difícil, ciertamente, y, por eso, la felicidad más bien se disfruta en la cortedad de las coyunturas, en las sorpresas de la fortuna o de la suerte, en el bienestar transitorio; y es tan singular y dichosa cuando se convierte en un estado capaz de sobreponerse no a la paradoja, sino a la antítesis de la infelicidad.

stats