Orgullosos de pagar

Y todos sabemos que esas décadas han sido las de mayor prosperidad de la historia

20 de enero 2024 - 00:00

En el mismo día y a la misma hora, como dice la famosa sevillana, en que Goldman, Rockefeller, Disney…(casi trescientos millonarios de diecisiete países) dirigían una carta a los capos mundiales en Davos, con el título “Orgullosos de pagar”, la consejera andaluza de Economía, Hacienda y Fondos Europeos anunció que “seguiremos bajando impuestos (…) para atraer inversiones”. Para que no nos acusen de tendenciosos, reproducimos textualmente párrafos de la carta: “Nuestra petición es simple: les pedimos que nos graven a nosotros, los más ricos de la sociedad. Esto no alterará nuestro nivel de vida, ni perjudicará a nuestros hijos, ni el crecimiento económico de nuestras naciones. Pero convertirá la extrema e improductiva riqueza privada en una inversión para nuestro futuro democrático común”. Nos gustaría que la consejera en cuestión nos explicara sus argumentos para justificar una política fiscal contraria a la que “suplican” los más ricos del mundo. Porque parece pura demagogia: los impuestos que han bajado o suprimido en estos cinco años son sucesiones y donaciones, y transmisiones patrimoniales, que recaudan bien poco, pero afectan casi exclusivamente a los ricos. Y además, ¿nos podría detallar la Junta cuántas inversiones empresariales han traído las anteriores (seis) bajadas de impuestos? Porque los incentivos de verdad para que se monte una empresa medianamente importante, que cree empleo, son fuertes subvenciones, en dinero, en terrenos o similares, y no las cuatro perras de impuestos futuros que tendría que pagar esa empresa. Que ya son bastante bajos de por sí: los ricos de la carta dicen que pagan el 7 %, y en España las grandes empresas están incluso por debajo de ese magro porcentaje. Lo que piden es que les cobren más del 50 %. Y no es ningún disparate, porque desde que acabó la II Guerra Mundial hasta finales de los 70, los impuestos en los países desarrollados (España no estaba en esa lista) eran de ese nivel, y encima eran más igualitarios. Y todos sabemos que esas décadas han sido las de mayor prosperidad de la historia. Lo que pasa es que la claridad de ideas de estos superricos contrasta con la avaricia de la mayoría de ciudadanos millonarios. Por cierto, ¿convencería el presidente Sánchez a los grandes empresarios españoles con los que se reunió de Davos, de que firmaran la citada carta?

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