Ángel López Moya

Ohanes y Tices

07 de diciembre 2023 - 00:00

Ohanes, pueblo de La Alpujarra almeriense, es conocido principalmente por la uva de barco, de Almería o de colgar y naturalmente de Ohanes, que se empezó a cultivar en esta villa en el siglo XIX. Hoy parece un pueblo fantasma, donde en invierno, al deambular por sus calles resulta difícil cruzarse con otra persona. De sus frondosos parrales en paratas estrechas y largas solo quedan puntales y alambres oxidados que dan aspecto a la zona de tristeza y melancolía de lo que fue su rico pasado. Turísticamente no está explotada la villa, porque sus carreteras, tanto la que parte de Canjáyar como la de Beires son estrechas y llenas de curvas, lo que hace que resulte incómodo trepar hasta casi los mil metros donde está colgado Ohanes. Pero a pesar de todo vale la pena subir: las vistas son maravillosas y además es la cuna del teólogo Miguel Sánchez Aragón, de Diego Ventaja que fue Obispo de Almería y asesinado por los republicanos, aunque no figure en la “Memoria histórica” y de un gran artista desconocido para muchos y olvidado para todos; me refiero Juan Cristóbal, aunque su verdadero nombre era Juan González Quesada. Todos los almerienses que han hecho turismo por Castilla, seguro que han visto y recuerdan la impresionante estatua ecuestre y desafiante del Cid Campeador en Burgos, sin embargo pocos saben que su autor es “Juan Gabriel” nuestro paisano. A unos 5 km. de Ohanes en la carretera que conduce a Abla por el Puerto de Santillana, está el Santuario de Tices. Pero principiemos por el principio que escribía Pedro Antonio de Alarcón. Un santuario es un templo o una ermita donde se venera la imagen o reliquia de un santo o advocación mariana de especial devoción. Generalmente están fuera de las ciudades y una vez al año los fieles del pueblo o de la comarca van en romería al santuario. Hay santuarios locales, cuya denominación es aprobada por el Obispo de la diócesis. Si es de ámbito nacional, lo aprueba la Conferencia Episcopal. Pues bien el Santuario de Tices es comarcal y en su día lo aprobó el Obispo de Granada a cuya diócesis pertenecía, como gran número de pueblos de La Alpujarra almeriense. Tices era una zona poblaba con bastantes cortijos, como aún se puede comprobar por los muros de piedra y pizarra que a duras penas se mantienen en pie, desafiando el paso de los años. Naturalmente había vida porque había agua y 60 Ha de tierra de cultivo (censo de la Ensenada) La historia se remonta al siglo XVI, cuando unos soldados regresaban de las campañas de los Tercios Españoles en Italia. Uno de ellos traía en su mochila una pequeña imagen, tallada en madera, de la Virgen de la Consolación. Se detuvieron en Tices para beber agua y descansar un rato y lo hicieron junto a la ermita de San Marcos. Se trataba de una pequeña ermita construida después de la Reconquista, posiblemente erigida sobre los restos de un antiguo morabito. Cuando quisieron continuar el camino, ni el soldado de Beires ni entre todos sus compañeros pudieron levantar la mochila del suelo, para colocársela en la espalda. Aquel hecho lo interpretaron como un claro aviso de que la Virgen quería quedarse allí. Por este motivo se levantó una ermita cerca de la de San Marcos, donde se depositó la imagen de Nuestra Señora de la Consolación. La actual ermita santuario se construyó cerca de la de San Marcos entre 1800 y 1803 y las obras fueron sufragadas por el Arzobispo de Granada Juan Manuel Moscoso, enagradecimiento a un milagro que se obró en él, en una visita que hizo a Tices siendo monje y es que de repente se sintió mal con fuertes dolores en el abdomen, que eran los síntomas de un cólico miserere o apendicitis, que diríamos hoy. Aconsejado por los lugareños se dio unos masajes con una mezcla de agua y aceite de la zona y pronto sintió aliviados los dolores y en dos o tres días estuvo totalmente recuperado. El Santuario de Tices es una hermosa ermita de estilo neoclásico con un impresionante altar de mármol, el cual fue extraído de unas canteras cercanas, que casualmente se agotaron justo al finalizar la obra. Este hecho se interpretó como un signo divino para que no se pudiese construir otro templo igual. La leyenda cuenta que el santuario estaba en una zona con límites poco precisos entre los municipios de Canjayar y Ohanes y ambos pueblos se disputaban la titularidad del Santuario. Llegaron a un acuerdo los representantes de los dos pueblos en litigio, para soltar un burro con los ojos tapados y al pueblo que se dirigiese pertenecería el santuario. El asno fue directamente a Ohanes. Sospecho que hubo trampa porque el burro era de Ohanes y estos animales, con el sentido del olfato muy desarrollado, siempre vuelven al pesebre. Volviendo al Santuario, cada 14 de agosto los vecinos de Ohanes y algunos pueblos de la comarca rinden homenaje a la Virgen de la Consolación. Al atardecer, cuando baja un poco la temperatura, comienza la peregrinación de 5 km. con profunda devoción para unos y ambiente festivo para todos. Durante el camino se viven momentos de encuentro, de convivencia y de alegría. Allí pasan la noche los romeros rezando y naturalmente alimentando el cuerpo. Al día siguiente vuelven a Ohanes, pero bajándose la Virgen, que permanecerá en el pueblo hasta noviembre, que volverá nuevamente a su Santuario.

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