Antonio Lao
El silencio de los pueblos
Vicasol albergaba hace unos días una nueva reunión del colectivo “ObjetivoAlmeríaAVE”. Un encuentro de chequeo de las obras con la intención, siempre, de que la provincia deje de ser una isla en materia de comunicaciones. No es este un artículo en el que pretenda analizar el estado de las obras en sus distintos tramos, que también, sino de puesta en valor del trabajo callado, soterrado, silencioso, que sus promotores vienen manteniendo desde hace años, en la búsqueda de que el Gobierno de turno no se duerma, ni tan siquiera tenga la tentación de sestear con las obras y su ritmo, ahora acelerado. Me van a permitir que personalice parte de ese trabajo en el presidente de la Cámara de Comercio. Jerónimo Parra ha puesto todo su empeño en mantener el proyecto vivo, la presión hacia el ministro de turno tensa y la crítica serena, pero constante, en el grado justo de ebullición para “molestar” lo necesario a quienes ejercen el Gobierno, a la vez que la firmeza y la convicción en las necesidades de la provincia superan o inclinan la balanza del lado de la razón, del lado de la coherencia, del lado de la sensatez, del lado de situar las heridas de tantos años de desprecio y olvido hacia una tierra, Almería, que ofrece mucho más de lo que recibe. Una balanza cuyo fiel siempre mira al mismo lado y del que ya es hora de que se incline del de la razón, del que cumple con lo pactado tras años y años de medias verdades o mentiras que sólo las valida el titular de la noticia falsa que circula por las redes.
Soy consciente del trabajo, inagotable, del presidente de la Cámara de Comercio. Como templador de gaitas, me van a permitir la licencia, no tendría precio. Ha sido capaz, es capaz, y seguirá siendo capaz, de aunar voluntades en la línea de lo que Almería necesita y es bueno para esta tierra. Ahora, que las máquinas casi trabajan a destajo, en la que las obras caminan con la celeridad del Aston Martín de Fernando Alonso, hay que seguir profundizando y no desfallecer para mejorar las prestaciones y alcanzar la perfección de un campeón del mundo como es Max Verstappen y su Red Bull. Atrás, para nuestros intereses, quedaron los tiempos en los que la mentira se disfrazaba de comunicado de prensa para tratar de justificar lo injustificable. Y allí, muchas veces sólo, estaba el presidente de la Cámara. Jaleado por algunos,- los menos-, criticado por la mayoría y abandonado por muchos que se decían fieles y a las primeras de cambio abandonaban el barco. Desconozco si por miedo, por intereses espurios o vaya usted a saber. El caso es que el barco, hubo un tiempo en que sólo iba con el capitán al timón y casi con bandera pirata. Los aplaudidores, por contra, se cobijaban del aguacero y a la espera de que escampara. Por fortuna ya no llueve. Y ahora el barco se atesta de pasajeros, tratando de buscar o compartir medallas que muchos de ellos buscan a cualquier precio, pero que no merecen, se lo aseguro..
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