Antonio Lao
El silencio de los pueblos
La imagen se ha hecho viral, y no es para menos. El lunes pasado este periódico publicaba una fotografía en la que se veían al menos siete narcolanchas fondeadas en la playa de Genoveses (Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar) resguardadas del temporal marítimo que en los últimos días ha azotado el estrecho y mar de Alborán. Leyendo la información y analizando la instantánea entiendo que algo debe fallar en el sistema cuando se producen hechos de este tipo. Puedo entender, no lo discutiré nunca, que las fuerzas y cuerpos de seguridad no puedan actuar simplemente porque sí. Hasta ahí, ningún problema. Pero no deja de ser una justificación banal y que cae por su propio peso, cuando hasta los menos avezados saben y son conscientes del tipo de embarcación que es y a qué se dedica.
Lo que viene siendo en román paladino ‘verde y con asas’. Entiendo que las fuerzas y cuerpos de seguridad no puedan actuar en aplicación de la ley. Pero lo evidente nos debe llevar, de una vez por todas, a modificarla para evitar situaciones como la descrita. No hay que ser un genio para entender que dejar las narcolanchas a la vista de todos, los primeros las fuerzas de seguridad, no deja de ser una imagen más que negativa que no deja en buen lugar a ninguno de los protagonistas de esta “cena” en mesa redonda, en la que los convidados de piedra son los que miran como pasan los menús y los que lo degustan y se ríen con sorna son aquellos que tienen la capacidad de dejarte con las papilas gustativas en pleno trabajo, mientras que los comensales que de verdad disponen de efectivo, en este caso los narcos, te pasan el entrecot (narcolancha) por las narices sin que puedas hacer nada más allá de olfatearlo y mirarlo mientras lo degustan. Un despropósito en toda regla que nos deja a la mayoría, a los ciudadanos de bien, a aquellos que pagamos religiosamente nuestros impuestos, con cara de estúpido, a la espera de que la música suene al son que otros tocan y con directores de orquesta que no son, en este caso, los buenos.
Y lo peor del caso es que la situación no pasará de la denuncia en los medios de comunicación, de la queja del sindicato policial o asociación de turno y hasta la próxima. El temporal amainará y los pilotos regresarán a por sus naves, a la espera de seguir con el tráfico en el estrecho, con el acoso de la guardia civil, con detenciones e incautaciones, que no dejan de ser el “chocolate del loro” para quienes mueven grandes cantidades. Peajes que hay que pagar y que los narcos dan por amortizados y a seguir con el “trabajo”. He echado en falta esta semana, al menos, declaraciones contundentes de aquellos que se suponen deben velar por nuestra seguridad y trabajar en beneficio de la mayoría. La sensación que tengo, tristemente, es que quienes ganan son los malos. No hay justificación a tanto despropósito y desfachatez.
También te puede interesar