Luces y Razones
Antonio Montero Alcaide
Navidad
Réquiem por el Réquiem. Réquiem por un réquiem lacrimoso. No achaco nada al gran Michael Thomas, un director que casi no nos merecemos. Es más, no achaco nada a nadie. El ciclo de música sacra, al que hace años que no me acerco, es esa limosna de la administración para los menesterosos de la cultura, los que no se pueden permitir una entrada o un viaje para disfrutar de la música clásica. Y dad gracias a que la administración es magnánima, porque podría no hacerlo, es más, podría no hacer nada, porque no tiene obligación de subvencionar nada. Encima como para meterse con ella habida cuenta que se gasta una pasta, que nunca sabremos cuánta por mor del departamento de transparencia traslúcida, o ya, opaca, oscura, agujero negro de los depósitos ciudadanos, tributos para darle al césar lo que es del césar y a las agencias lo que es de las agencias. Encima para quejarse de que hacina a miles de personas en la Catedral, diciéndoles pasen, pasen, al fondo hay sitio. Allí, al fondo, donde no se ve absolutamente nada de la orquesta, pero se escucha radiante, como un tocadiscos gigantesco puesto por la administración para súbditos ávidos de cultura musical clásica. La plebe se puede hacinar hasta el último rincón detrás del coro para mayor gloria del éxito del ciclo, para mayor transparencia y claridad del mensaje de que esto es para todos y caben todos, es más no cabía un alfiler, qué gran éxito. Música clásica gratis todos los días para todos en orden del llegada. Para todos menos los que vayan a misa antes esperando tener ya un sitio porque, y talmente dijo el párroco, ahora viene la mala noticia, después de la misa nadie se puede quedar, todos tienen que salir y hacer, por supuesto, cola. Claro cuando la cola ya llega a la puerta de la cofradía y casi al museo de la guitarra. Bueno pero señor párroco pero eso dígalo antes de la misa, en su adagiosa introducción, a riesgo de que la mitad se vayan. Eso o dejen que los que han ido a misa porque van o no van normalmente, se queden detrás del coro. Pero no, esto ya lo sabe todo el mundo, o a misa o al concierto, ya lo sabe todo el mundo. Menos yo claro. Se ve que es solo para ciudadanos con experiencia. El próximo año me voy el primero. O mejor, no voy y dejo que los experimentados disfruten gracias al óbolo administrativo. Y al que no le parezca bien, que se vaya a verlo a otro sitio pagando. Encima el tío quejicoso.
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