La Tapia con sifón
Antonio Zapata
Pimentón en Nochevieja
Perseguidos por el prestigio de las macrocifras, los gobernantes de las ciudades se ven tentados continuamente por las grandes obras, por las infraestructuras, que proporcionan negocio a las constructoras, empleo y desarrollo de la economía local. Lo que está muy bien. En Almería todo el afán consiste en extender la ciudad hacia el levante, lo que está bien también, pues esa ha sido siempre su expansión natural desde la época árabe. La ciudad ha crecido. Ha crecido mucho desde la Guerra Civil, que llegaba hasta la Rambla, y desde la Transición, que llegó a la Avenida del Mediterráneo. Ahora llega ya al Andarax, con el sacrificio de la que fue Vega de Acá, y está preparándose la urbanización de ese inmenso erial que se extiende desde la Universidad al Toyo de la mano de capital árabe. A eso responde el interés de montar el Dreambeach en la zona. Se van a construir hoteles, zonas de ocio, apartamentos, y todo lo que se considera progreso de la ciudad. La verdad es que, si el resultado es algo parecido al Toyo, mejor será que lo que hay ahora, un pedregal áspero y desabrido. Lo malo es que todo eso significa multiplicar el consumo de agua, demandar muchos más servicios urbanos y encarecer la vida, que ya es bastante cara en Almería. Pero, en fin, todo sea por el progreso local. Porque será progreso, ¿no? Luego está la otra cara de la moneda. Un casco histórico para el que no se encuentra la fórmula de desarrollo adecuado sin renunciar a su historicidad. Unos barrios extremos sucios, con solo los servicios mínimos y sin grandes programas sociales que reduzcan su situación marginal y desarrollen vivienda, empresas, empleo y educación. Es sangrante que Almería no tenga, por ejemplo, un gran plan de construcción de viviendas sociales y para jóvenes, o un plan de creación y apoyo financiero a cooperativas de viviendas al estilo de los que funcionan, y muy bien, en Viena. No hay interés del gobernante local en todo esto: no son sus votantes. Un ejemplo claro es el Barrio Alto. Se han derribado casas viejas, se ha reurbanizado parte de la zona y ahí están los solares, a la espera de postor. Son ideales para esto que digo, viviendas sociales para familias jóvenes, quizá en régimen de cooperativa, pero no: somos liberales, sometamos la zona al libre mercado. Mientras tanto, bueno, han ganado dinero las empresas urbanizadoras. Y todo consiste en eso. Son nuestros votos.
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