Laicos por vocación

Ayer domingo celebramos el Don del Espíritu Santo, su derramamiento sobre la Virgen María y los Apóstoles 50 días después de la Pascua. Nada más recibirlo comenzaron a proclamar el Evangelio y por ello, Pentecostés es también el día del nacimiento de la Iglesia. ¡Feliz cumpleaños a la Iglesia de nuestro Señor! Felicidades a los que ya somos de Cristo, pero sin olvidar que el Espíritu viene para llevarnos a todos a Casa, concíliales y no vaticanistas. Debemos seguir trabajando para cumplir esa misión que el mismo Jesús nos encomendó transmitiendo la alegría de sabernos intensamente amados por el más Grande. En nuestro afán por ser una humilde voz católica en la vida pública: Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Una familia, como la de Belén Benítez y Javier Cuevas con sus 15 hijos, uno recupera la Fe y la Esperanza de golpe. Este matrimonio de Granada acepta como una Bendición de Dios cada hijo. La Junta de Andalucía les ha otorgado el premio a la familia, sin dotación económica, reconociendo eso sí la función social y la inversión de futuro que aportan. Algo radicalmente opuesto al individualismo y al miedo a comprometerse y a sacrificarse que vemos por todas partes. Todo por amor al Señor, amor que a su vez ellos van entregando. Y es que todo se soluciona confiando en Dios y con alegría. La Iglesia, la que reza el Credo de Nicea-Constantinopla y el Padrenuestro, también sinodal y ecuménica, celebró en el día de Pentecostés, el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar. Un ejemplo multitudinario hoy en Almonte de devoción popular y de culto a la madre de Dios, a la Virgen del Rocío. «Laicos por vocación, llamados a la misión», lema que la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, invitando a todos los bautizados a proclamar el Evangelio, a la misión que Jesús encomendó, que se lleva a cabo con la fuerza del Espíritu Santo. Los prelados subrayan en su mensaje que el envío a la misión procede del Padre, que tanto nos ha amado que ha enviado a su único Hijo para que alcancemos la salvación, por su muerte y resurrección. Y es Jesús resucitado, el que ha entregado a su Iglesia, a cada uno de nosotros, el Espíritu Santo, que es el alma de la evangelización. Por tanto, es fundamental que descubramos, como miembros del Pueblo de Dios, que tenemos una misión que no es iniciativa nuestra, sino de Dios, que la sostiene y permitirá que perdure por los siglos de los siglos. Paz y Bien, y Gloria.