Antonio Lao
El silencio de los pueblos
Inés tiene 14 años y lo ha pasado francamente mal durante este curso. Debido a la separación de sus padres, ha tenido que mudarse de localidad y de instituto.
A pesar de todo, la familia de Inés se preocupa mucho por su bienestar y le han apoyado todo lo que han podido, ayudándole, dándole ánimos y pagándole unas clases de refuerzo que le han venido muy bien. Su nuevo instituto era bilingüe, y ella traía un nivel bajísimo de inglés. Además, es un centro que se caracteriza por hacer un montón de actividades «distintas»: proyectos interdisciplinares, artísticos, investigaciones y experimentos científicos, etc.
A ella esto le motivó bastante, desde el principio. Con la intención de integrarse y obtener buenos resultados, se fue apuntando a todo lo que podía. Hizo nuevas amistades, que considera más profundas que las que tenía en el pueblo. Es lo que tienen los 14 años, que todo se vive muy intensamente.
El problema viene cuando hay que calificar (esa cosa horrible que tiene que hacer el profesorado al final de cada trimestre y de cada curso). Pocas cosas son tan falsas e inexactas como poner números al conocimiento y al aprendizaje humano. Inés tenía varias asignaturas (justamente las bilingües) al filo del aprobado. Sus exámenes tenían un 4, un 4 y medio, 5 y medio… En otra materia eran aún más variables: un 3, un 6, un 4,7… El caso es que esos profes, además de los exámenes, pedían las actividades de la libreta, proponían trabajos voluntarios, hacían una exposición en clase obligatoria, creaban textos… Pero a juicio de estos profesores «la media no le daba». La iban a aprobar «por pena». En filosofía (asignatura que le encanta) había sacado un 7 y medio, un 6,5 y un 7 en los exámenes. Su nota final será un 7. No le tendrán en cuenta los maravillosos podcast filosóficos que grabó, ni las reflexiones sobre la guerra o el feminismo, que se leyeron públicamente en varios actos conmemorativos. Al parecer, los «maravillosos» excel de estos docentes no tienen en cuenta estas cosas… Lo importante es lo importante: vomitar el contenido.
Inés tiene un problema con los números, o más bien los números tienen un problema con ella. Ha decidido que en adelante no hará ni un solo trabajo libre o actividad extra que no sea preparar exámenes. Se ha dado cuenta del engaño. Si no cambiamos la mirada sobre la calificación, seguiremos perdiendo grandes talentos por el camino.
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