Galatea ‘86

06 de mayo 2024 - 00:00

Sólo hace un año que le dediqué a la Quesería Galatea media columna, pero como llevaba más de treinta años sin mentarla, me permito el gusto de dedicarle una entera. Acaba de cumplir treinta y ocho años y está como una jovencita prometedora. Desde el primer momento Paco y Lola apostaron por la máxima calidad en los productos, no solo para cocinar: haciendo honor a su nombre, montaron una gran vitrina de quesos de primera, incluidos algunos tan novedosos entonces como la Torta del Casar, que era una rareza; ni siquiera los propios queseros extremeños sabían por qué algunos quesos se “aflojaban”. Tan raras eran que un año solo consiguió tres. Hoy, sabido el proceso, hay quesos similares en muchas zonas productoras. Junto a su producto emblema trajo foie gras francés (hoy los hay muy buenos en España), caviar Beluga 000 y un excelentísimo jamón de Cumbres Mayores. Un jamón que Paco corta como muy pocas veces se puede disfrutar, y eso que hoy hay cortadores profesionales hasta en China.

La única pérdida con respecto a aquellos años (aparte de la juventud) es aquel exquisito caviar de grano enorme y un precio que, aunque entonces nos parecía prohibitivo -120.000 pta/kg- hoy se ha quedado ridículo al lado de los varios miles de euros que valen los de piscifatoría. Salvaje casi no hay porque está prohibida la pesca.

Otro alto valor de este veterano local es el servicio. Al frente está otro Paco, que era casi un niño cuando se incorporó a Galatea pocos después de la apertura. Y hay un tercer Paco, también camarero. Paco, Paco, Paco, que cantaba Encarnita Polo. Aparte de anécdotas lírico-musicales, es un servicio de altura, eficaz, conocedor del oficio, rápido y amable. Se nota especialmente en las comidas de celebración, en las que los platos salen con ritmo perfecto, las carnes al punto que cada comensal indica y sin dejar de estar pendientes de cada detalle de niños y mayores “delicaos”. Eso se une a que los platos y las fuentes tienen una presentación más que correcta y, repito, cocinados en su punto y con materias primas de primera. Es una elección segura, tanto para tomar unas tapas con los amigos en la barra, como para una comida comunitaria. Por cierto, las tapas también son destacables, tanto por la calidad general como por lo variadas y diferentes de las habituales y tópicas de la tan extendida quinta gama.

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