Frente Popular

Me temo que las barbas a remojar del vecino no muevan la responsabilidad histórica de la izquierda española

18 de junio 2024 - 00:00

En Francia, Macron se ha equivocado. Es de cajón que no debes convocar elecciones cuando tu adversario político está más fuerte. Antes hay que hacer una labor de zapa para debilitarlo y convocar cuando los vientos te sean más favorables. Es lo que está haciendo en España Pedro Sánchez, que, de todas formas, tiene una posición bastante más ventajosa que Macron tras las europeas.

Pero lo más interesante es el movimiento de las izquierdas francesas: se han unido en un Frente Popular. Allí, por lo visto, esa denominación no tiene las connotaciones que por motivos históricos tiene en España. Pero, a pesar de eso, ¿se podría construir aquí algo similar ante el avance de la extrema derecha aliada con la derecha extrema del PP? Lo primero a tener en cuenta es que esa hipotética unidad tendría que ser bajo el paraguas del único partido de izquierdas con posibilidades de gobierno, el PSOE, puesto que todos los demás son muy débiles electoralmente. Vendría entonces el eterno problema de la izquierda con el reparto de puestos en las listas, en el Gobierno, en todos los ámbitos. Y, el reverso de esa moneda: ¿hasta qué punto cederían ideológicamente unos y otros, y hasta cuándo? El secretario general del Partido Socialista galo, Olivier Faure, ha declarado que los partidos de izquierda habían sido irreconciliables, pero que “cuando lo esencial está en juego estamos demostrando que estamos siempre ahí… O gana la extrema derecha o ganamos nosotros”.

Naturalmente la oferta electoral del Frente Popular francés apunta a la jubilación a los 60 años, aumento del salario mínimo a 1600 €, subida de los sueldos con la inflación, bloqueo de precios en productos de primera necesidad… En España, además, la izquierda se tendría que plantear los modos de interesar a los jóvenes en el trabajo político, y para eso asuntos como el empleo juvenil, la formación profesional, el acceso a vivienda social y al alquiler asequible, y tantos temas que afectan a la juventud tendrían que ser ejes programáticos. Y, claro, la participación política de los jóvenes, para lo que se requiere una reforma profunda de las estructuras de los partidos.

Pero mucho me temo que las barbas a remojar del vecino no muevan a actuar a la izquierda española. Sólo en caso de catástrofe, como les ha ocurrido a los franceses, moverían ficha. Sin embargo, es responsabilidad histórica de todos los partidos prepararse para ello.

stats