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Hace mucho tiempo, en 1702, se desató una polémica en torno a si España aportaba o no cultura a Europa, y si había por eso producción cultural. Fue Masson el responsable de esta diatriba. En 1876 Menéndez Pelayo respondió con crudeza que sí, inaugurando la esencialidad de este debate en nuestra trayectoria. No obstante hace tiempo que nadie se plantea una cuestión como esta. Se da por hecho la afirmación sin mayores consecuencias. Yo creo necesario reabrir el debate porque existen dudas razonables actualmente, bastantes. En primer lugar tenemos una cultura elitista. Los fondos públicos benefician a determinados modelos y cánones, y hasta a determinados contextos culturales que se han convertido en clientes de algunas fuerzas políticas. Lo que se encuentra más allá de la élite no recibe ningún apoyo y habita en los márgenes convertidos en subculturas estéticas y atacados por la cultura de masas proveniente del exterior. Por otro lado no se valora el mérito en este país. En España la investigación, por ejemplo, no se contempla como inversión sino como gasto público destinado solo a algunos. Sin embargo en EEUU la investigación si se considera una inversión muy rentable. Por eso se da la fuga de cerebros al extranjero. Y más recientemente la clase política se permite el lujo de falsificar titulaciones académicas de forma ofensiva para la ciudadanía. Son hechos tan visibles que dejan en mal lugar a las universidades españolas y a la imagen de este país en el exterior. La falsedad documental forma parte de la normalidad en este país, es estructural, lo cual es una aberración. Por ello creo necesario reabrir el debate de Masson, sobre si hay o no cultura en este país. Se hace necesaria una autocrítica con el deseo de deconstruir el escenario actual para crear uno mejor donde se valore el mérito y la capacidad, donde no exista un mercado negro de titulaciones, donde se democratice la cultura, y donde no solo sea accesible para todos sino donde todos tengan las mismas oportunidades. Tal vez todo se resuma en la palaba democracia. Hay que democratizar la cultura. De lo contrario, aunque no sea justa la afirmación de que en España no hay cultura (desde luego la hay), si hay que empezar a plantearse si la producción cultural española es la adecuada. España ha parido tanta cultura en el pasado, que se merece un escenario mucho mejor en la actualidad.
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