Día de la Virgen de Fátima

Una moda en turno, que apasiona tanto más cuanto de ella se haya adueñado la gente de bien

13 de mayo 2024 - 00:30

Hoy es 13 de mayo, festividad litúrgica de la Virgen de Fátima. Es bonito hablar de modas. Y hasta elegante. Hay modas en todo; en el vestir, calzar, hablar, pensar: Indicio todo de nuestra caducidad. ¿Hay también modas en la piedad? ¡Qué difícil es responder! La religión católica tiene por base verdades eternas. Lo eterno se opone a lo mudable. Por lo tanto, no debe haber modas en la piedad, pero las hay, y en ocasiones no la dignifica.

Sin embargo, el culto litúrgico, oficial de la Iglesia, ha ido desplegando nuevos aires a través de los tiempos, especialmente desde el Concilio Vaticano II y la llegada de la globalización y ahora la sinodalidad, con una gama variadísima de ritos y ceremonias, cayendo en desuso unos, ante la presencia de otros. Lo cual nada prueba contra la inmutabilidad del dogma.

A propósito, dice san Pablo: «Hay diversidad de dones, pero uno mismo es el Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero uno mismo es el Señor. Hoy diversidad de operaciones, pero, uno mismo es Dios, que obra todas las cosas, en todos».

En verdad, ahora que está en camino hacía la Aldea almonteña, arropado por hermanos rocieros, el Simpecado de la Hermandad del Rocío de Almería, que tanto bien hace en la parroquia de san Pedro Apóstol y a nivel diocesano, el Espíritu Santo que rige la Iglesia e inspira y provoca estos movimientos piadosos conforme a la necesidad de los tiempos. Nada, pues, de contingencia o mutabilidad. Sólo sabiduría en la adaptación de lo sustancial.

Como recuento de la historia tomamos tres hechos. Revelación y práctica piadosa del Santo Rosario, en el siglo XIII. Revelación y práctica piadosa de la devoción, al Corazón de Jesús, en el siglo XVII. Revelación y práctica piadosa del culto mariano de Lourdes, el siglo XX. Pero en nuestros días de elevadas tribulaciones de toda índole, también religiosas, asistimos a una nueva revelación, e introducción de un nuevo elemento en la piedad, en el culto.

Llego al propósito, que es decir lo torcido de un determinado fervor, que en muchos brota, como una moda más en el cajón de sastre de las devociones. Una moda, eso es; con sus elementos integrantes de superficialidad, y su vanidoso sentimentalismo. Una moda en turno, que apasiona tanto más, cuanto de ella se haya adueñado la gente de «bien». Una moda, que se sobrepone y seca la raíz de la piedad, que es fe en el misterio de Dios, revelado en el Evangelio, cuyos principios son el cimiento y armazón de toda la vida cristiana. Paz y Bien.

stats