A Vuelapluma
Ignacio Flores
Los míticos 451º F
Aunque en mi DNI dice que nací el 27 de diciembre, en realidad vine al mundo el 26, que como todos sabemos en Almería es el Día del Pendón y también la festividad de San Esteban. No se por qué tengo la teoría de que uno termina pareciéndose a su Santo patrón, y teniendo en cuenta que Esteban fue protomártir del cristianismo, pues se granjeó la enemistad de varias sinagogas de Jerusalén por sus enseñanzas, y que en su juicio se permitió dar un largo discurso criticando a las autoridades judías que le juzgaban, no es extraño que le condenaran a a la lapidación. O sea, que se despachó a su gusto diciendo lo que pensaba.
Por otra parte, lo de Día del Pendón tiene su guasa, por la doble interpretación de la palabra “pendón”. Así que o por mi santo patrón, o por la celebración del pendón, tienen su aquél las influencias de mi día de nacimiento. Desde luego no me inculcaron ni mesura ni ganas de sometimiento. Dicho queda.
Por otra parte, recuerdo que cuando era pequeño (año 60) y fallecía algún preboste de la clase dirigente, y que tenía “posibles”, por ejemplo que vendía abono para las parras, en el Yugo siempre ponían en su esquela “del comercio que fue de esta plaza”. No escribían la palabra “empresario”.
Ahora, un autónomo sin empleados es un empresario. En aquellos años era una deshonra devolver una letra de cambio. Ahora el Estado español emite deuda pública, a veces en forma de letras de cambio, para que la ciudadanía le preste dinero para pagar las letras de cambio que van a vencer. Vamos, algo parecido a lo que los mayores recordamos como “vamos a hacer una letra de pelota”. Y el que esté libre de culpa quue tire la primera piedra.
Comprendo que todo lo anterior le pueda parecer a un lector joven algo así como historias del célebre abuelo Cebolleta de los tebeos de mi infancia. Pero son realidades. Igual que son realidades que el paradigma de solvencia eran los bancos. Recuerdo la que se lió en Almería con “lo del banco de Siero” propiedad de don Ramón Rato al que recuerdo porque iba a comer a La Flor de la Mancha. Fue un auténtico “bombazo” porque hasta entonces no había ocurrido nunca nada con un banco. Ahora todo es distinto. Pero: ¿hemos ganado en solvencia como país? ¿han ganado prestigio los empresarios? ¿cómo viven ahora los empresarios? ¿cómo viven ahora los empleados? ¿sabemos quién está parado y quién está trabajando? ¿cuántos trabajadores llegan a final de mes? ¿quién dice de cuánto va a ser su nómina? De hecho, la última subida del salario la dictaminó una ministra. Antes, por lo menos no lo hacía un ministro, lo hacía el que mandaba en los ministros, aunque sea de ingrato recuerdo.
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