A Vuelapluma
Ignacio Flores
Los míticos 451º F
Ala hora de empezar este artículo quiero hacer mención a las palabras pronunciadas por el presidente del gobierno de España, donde manifestaba sentir “vergüenza” por las listas que Bildu ha presentado a las elecciones; si, es verdad!, creo que la mayoría de los españoles, no solo se sienten avergonzados, sino indignados por aquellas famosas votaciones en las que el PSOE y Unidos Podemos unieron sus votos a los de ERC, EH Bildu, PNV, Comprimís y otros grupos para tumbar la admisión a trámite de dicha iniciativa que planteaba abrir un nueva vía legal para sancionar los llamados “ongi-etorri”, con los que se homenajea a los presos de la banda terrorista ETA, todos recordamos que uno de los partidos que participo en la votación fue el PESOE, que además es el partido que está en el gobierno, que se jacta de llevar a cabo políticas a priori de una forma errónea, que terminan en un fondo social manipulado y dudoso; buen ejemplo de ello nos lo da el caso que mencionamos o la ley del “si es si”; pero mi intención aquí, no es hablar de los políticos, ni de ninguno en concreto; mi referencia está dirigida a la interpretación y manipulación que hacemos de la democracia. Tenemos ejemplos de movimientos que a lo largo de la historia la postergaron, como fue la generación del 98, que no creía en la democracia, porque no confiaba en la organización de las fuerzas populares; cuestión apoyada por Azaña, cuando dijo de Joaquín Costa, inspirador del 98, que apelaba al “ciudadano de hierro” y que Ángel Ganivet que fue su embajador malogrado no se recataba de hablar de “la inmunda democracia”. Frente a estos tópicos, se considera tarea ineludible repensar a España bajo ese manto democrático. La democracia es un concepto amplio, que no podemos interpretar desde el mundo de las ideas subjetivas, desde un mundo cargado de opinión; la democracia contempla la realidad y las verdades de hecho, y nos presenta el camino de la conciencia histórica, ya lo decía Karl Popper: “perseguir un objetivo, es perseguir un proyecto común demostrable”; luego desde ese punto de vista se necesita un discurso y una acción política que sea capaz de recoger el espíritu democrático del liberalismo español. Creo que el debate sobre el proceso demócrata aun esta por desarrollarse dentro de las coordenadas de la Constitución de 1978, incluso me atrevería a poner en duda y afirmar de cursilería, aquello que afirma la Ilustración: “El hombre ya ha cumplido la mayoría de edad”.
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