Crónica exterior

Desde hace una semana estoy en otro país por motivos laborales. Me encuentro en un ambiente rural, alejado de pueblos y ciudades, en mitad del campo, rodeado de ovejas, aves de corral y un gallo afónico, más caliente que la plancha de un chiringuito playero, que no para de pregonar su prurito con un cacareo rítmico y estridente que, hasta la fecha, ha tenido un éxito incierto. Estoy bastante aislado, sin periódicos ni televisión, únicamente escuchando la radio que habla en otro idioma y que, como es lógico, emite información nacional y local.

Como de todos modos, queramos o no, estamos interconectados por las redes sociales, me siguen llegando un aluvión de noticias de España. Pero las recibo de otra manera, de forma más displicente y dejan de tener la importancia que le suelo dar en el día a día, de manera que se relativiza su importancia e incluso se anula. La verdad es que es un ejercicio muy saludable que recomiendo a todo el mundo, poner distancia y perspectiva para ser capaces de situar en su justa medida las casas que nos afectan: las importantes, como son los hijos, la familia, los amigos o la salud; las habituales, la intendencia o mantención; y las superfluas, que son todas las demás.

Estoy en un yacimiento arqueológico situado al norte de Túnez en la zona de Bizerta. Desde hace más de diez años se desarrolla un proyecto de investigación donde se están estudiando los restos de la ciudad fenicia de Útica, en concreto de unos templos que se remontan a unos tres mil años de antigüedad. Pues bien, a pesar del tiempo transcurrido y lo mucho que, supuestamente, ha avanzado la humanidad, las preocupaciones de las personas que vivieron en esa época son las mismas que las que pueda tener cualquier habitante actual: la existencia, la muerte, la familia, el sustento, la salud… en definitiva: la vida corriente y moliente.

¿Saben cual es la noticia sobre España que aquí se comenta todos los días? El reconocimiento que tres países de la Unión Europea, liderados por nosotros, han hecho del Estado Palestino, eso sale en todos los informativos y se habla de ello a todas horas. Del resto de asuntos que tantos desvelos provoca a la oposición y al sr. Feijoo, como los “negocios” de la Sra. Gómez, la renovación del Tribunal Constitucional o los esmerados trabajos de forja creativa que realizaron con sus propios ordenadores, de eso no se dice ni Pamplona. ¡Que falta de sensibilidad internacional!