Crepuscular plenitud

Crepuscular plenitud
Crepuscular plenitud / Antonio Lao

09 de junio 2024 - 11:54

El crepúsculo puede tenerse como una fase declinante, que anticipa el final de algo o lo precede. Razón por la que no suele complacer su llegada, salvo que anuncie el término de lo indeseado, la conclusión de lo inaceptable. Cabe decir, entonces, el crepúsculo de la vida, cuando esta apura el tiempo que le haya correspondido en el imprevisible calendario del estar presente -escribió Saramago, con sencilla genialidad, que morir es haber estado y ya no estar-. Mas también puede decirse el crepúsculo del autoritarismo o de la esclavitud, cuando se advierte que cesa la iniquidad, aunque acaso con demoras insufribles. También, como en la imagen, los crepúsculos se hacen de claridades fronterizas entre las oscuridades de las noches y las luces del alba y del ocaso. Así ocurre en la transición de los días, cuando el ánimo de los mortales parece vivificarse con los primeros desperezos de las luces en la celeste bóveda del firmamento. O se aquieta, llegado el momento de rendirse las tardes, ante el despliegue de las sombras que proclaman la majestad de las noches. De manera que, reiterados los crepúsculos en la sucesión de los días, ponen algo de orden y concierto en el variopinto curso de las jornadas. Además de mostrar que la cortedad de los días y las lindes del terruño se desvanecen ante la crepuscular plenitud del cosmos.

stats