A Vuelapluma
Ignacio Flores
Ya mismo lo estreno
Ida y Vuelta
HASTA el jueves creí que lo del Almería era solo un problema deportivo, grave, pero deportivo al fin y al cabo. Ese día me topé con alguien externo al club, pero que conoce muy bien el vestuario rojiblanco, y me reveló con nitidez y no pocos detalles que el vestuario es el mismo polvorín que el del año pasado, o peor. Ante mi inicial incredulidad y estupor, dicha fuente indicó que hay dos bandos más o menos establecidos, quienes están a muerte con el entrenador y quienes esperan ya que su destitución caiga como fruta madura. Ese sector 'crítico', (que no solo está dentro del PSOE), le ha puesto incluso nombre a los 'oficialistas', a quienes definen como el Clan de la Térmica, así denominado porque es el residencial del técnico y varios jugadores que lo respaldan (habría que especificar que no son todos los que están, pero sí están todos los que son), si bien el área de influencia de Soriano se extiende a zonas limítrofes.
La historia es más vieja que el fútbol, los que juegan con menos asiduidad empiezan a hacerse fuertes ante los malos resultados, hasta el punto de que gente como Pozo se permite el lujo de proclamar a los cuatro vientos tras la derrota en El Alcoraz perlas del tipo "nuestro juego es preocupante, nos echamos atrás y parece que nos da miedo jugar al fútbol". Nada que objetar a la declaración, pues viene a poner de manifiesto una realidad palpable, lo raro es que la haga pública sin morderse la lengua. Por mi experiencia eso solo ocurre cuando los jugadores ya huelen la sangre. A pesar de los pesares, Soriano, que construyó el plantel a su gusto, mantiene fieles escuderos dentro del núcleo duro y a todos los capitanes de su parte, aunque algunos futbolistas empiezan a dudar de si fue buena idea cederle el brazalete a Corona después de su encendida defensa de Soriano y el pobre bagaje del equipo. Quedó muy forzada y la propia afición empieza ya a abrir los ojos.
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