El balcón
Ignacio Martínez
Los hooligans no se dan por aludidos
Rincón almeriense
SON difíciles de olvidar tiempos en los que has disfrutado y te lo has pasado bien. Soy una de los trabajadores más afortunados del mundo, lo reconozco. Me pagan por escribir reportajes de gente desconocida y por ver fútbol, justo las dos cosas que le dije a la psicóloga del colegio que quería desarrollar cuando te hacían los test preuniversitarios. Cubrir el Almería era mi sueño y espero no despertar de él hasta que tenga 65 años, me jubile y me ponga a viajar como un loco. Pero en ese estado presomnoliento en el que dejé las practicas y pasé al ahora maltrecho mundo laboral, nada mejor que aprender en los campos de tierra de la provincia. A cualquier que le guste el fútbol, se lo pasa mejor en Preferente que viendo el Almería. Ir al Mediterráneo son ganas de sufrir, volver al Tito Pedro, Chocillas o cualquier campo de toda la vida es entretenido por la gente tan variopinta que hay en las gradas y, por supuesto, por lo que da de sí cualquier ambigús. El primer gran éxito que tuve que narrar en el periódico fue el ascenso del Roquetas a Segunda B. ¡Qué bien comí en Teruel, ciertamente, y qué calor pasamos en el Peroles aquella mañana! Como el jueves me recordaba Txema Indias, ahora secretario técnico del Leganés, entonces en el conjunto rojillo, en aquel año 2008 el fútbol almeriense tenía muchos clubes en categorías bastante más poderosas que las de ahora. Todos los sábados me tocaba llamar a Txema para enterarme de la convocatoria roquetera para visitar Carranzar, La Victoria o hasta Los Cármenes. Cuando no lo pillaba viendo al Poli Ejido, estaba en Vícar, en Adra, en Vera... En cualquier punto de la provincia viendo jugadores interesantes. Hoy por hoy, la realidad es bien distinta por culpa de los excesos y el derroche. Más allá de la convocatoria, Txema y yo hablábamos hasta que el árbitro pitaba el final del partido en el que estaba. Como el jueves. ¡Qué tiempos Chemica!
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