A Vuelapluma
Ignacio Flores
No son las emociones, son las deudas
El miércoles la agricultura de Almería desembarca en Berlín. Dos aviones chárter, con delegaciones de las principales empresas, se trasladan a la capital alemana para participar en una de las mayores ferias de agricultura del mundo. Aunque la participación empresarial se mantiene de forma razonable -los precios y los costes del stand retraen a muchos-, empresarios, comerciales y ejecutivos de casi todo el sector provincial se dan cita en Fruit Logistica para conocer de primera mano por donde respira el agro mundial, las claves del futuro más cercano y los riesgos o nubarrones que se puedan otear en el horizonte en los próximos meses.
Berlín es como el núcleo de todo lo que se cuece en un sector en constante evolución, en el que un estornudo acaecido en un invernadero del paraje del Chorrillo -sentido figurado- puede provocar un tsunami, a poco que el mercado se ponga nervioso. Por fortuna para nuestros intereses, y pese a las dificultades, la horticultura de la provincia se ha instalado en los últimos años en un momento, si no dulce, si con un sabor acaramelado. Los precios se mantienen en la buena dirección, pese a que los costes se han disparado más de lo deseado; la competencia de países terceros sigue ahí, tratando de pegar algún bocado a nuestro pastel, pero los capeamos en la medida que podemos, con escasa o nula ayuda de la administración y sí con nuestro saber hacer, la calidad de lo que cultivamos y nuestras redes comerciales diseminadas por el viejo continente, elevando a los altares una producción excelsa, alejada de los problemas que golpean a los vecinos. Nosotros ponemos pocos reparos a la búsqueda de la calidad, tratando de contener costes, pero sin masticar en exceso el culto al euro. Sabemos, lo hemos aprendido con los años y a base de topetazos, que el camino a seguir pasa por el respeto a las normas que nos impone la Unión Europea, que no buscan otra cosa que no sea un abastecimiento de lineales sano y seguro para los consumidores.
Bajo este paraguas y mirando al cielo a la espera de que llueva y siga haciendo frío en Centro Europa, la agricultura de Almería llega a la Messe de Berlín pregonando calidad, fortaleza y respeto a los derechos de los trabajadores que cada día inclinan la rabadilla para producir lo mejor. Excepciones, como las meigas, “haberlas haylas”, pero no van más allá de la excepción que confirma la regla y que con urgencia de ataja para evitar daños colaterales. Así pues, con la conciencia tranquila y la seguridad de llegar con los deberes hechos, el sector acude un año más a la capital alemana buscando ampliar mercados, dar a conocer nuevas variedades y, sobre todo, conscientes de que somos la provincia que alimenta a millones de ciudadanos europeos. Lejos deben quedar los pájaros de mal agüero y los empeñados en dañar una agricultura que mira a la cara de los consumidores sin complejos.
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